viernes, 9 de diciembre de 2011

Capítulo 2. Comienza el cambio. (Parte 4/5)

Como no soy un pokémon tipo Psíquico no podía tener certeza de los pensamientos de Edu. No le di mucha importancia, si de verdad le ocurría algo, ya nos lo comunicaría.

Yo andaba nervioso por la herida que se había hecho Onii-San, por lo que decidí que era una buena idea ir a hacerle una visita.


No recordaba dónde estaba la tienda del centro pokémon, por lo que anduve en círculos durante cinco minutos antes de verla. Mientras caminaba hacia dentro, un chico me adelantó a toda prisa, empujándome a un lado y casi derribándome. En sus brazos llevaba a un maltrecho Mankey.


Entró a la tienda gritando que necesitaba ayuda. Al instante apareció la enfermera seguida de sus dos acompañantes pokémon.


-¡Rápido, tiene que hacer algo con Mankey, no ha llegado a regresar a su pokéball y no se despierta!- Decía el chico tremendamente nervioso.

-Tranquilízate un poco muchacho. Dime, ¿qué ha ocurrido exactamente?- Dijo la enfermera intentando aparentar serenidad.


-¡Pues que... estaba luchando y... y ese Beldum no paraba de derribar a Mankey... y de pronto Mankey cayó al suelo... y no se ha vuelto a levantar... y además su respiración se ha vuelto irregular!- Estaba a punto de llorar por lo ocurrido.

-No te preocupes.- Dijo la enfermera con una sonrisa en la cara. -Mankey se pondrá bien en un par de horas, sólo necesita descanso- hizo un gesto a Blissey para que se lo llevara tras una cortina que estaba al fondo de la tienda -ahora márchate y déjame trabajar, ¿de acuerdo? Ven dentro de dos horas.


El chico se tranquilizó un poco por estas palabras y se fue de la tienda sonriendo. La enfermera por su parte estaba con la mirada perdida en la cortina, con un tono triste en sus ojos.


-No va a salir de esta, ¿verdad?

La enfermera se sorprendió de golpe, no se había fijado en que estaba en la tienda desde el principio.

-No, no va a salir.... Es decir, ese Mankey tiene varios huesos rotos, una costilla ha perforado un pulmón y tiene múltiples hemorragias internas.- Parecía bastante segura del diagnóstico a pesar de no contar con radiografías. -Ese Beldum ha ido directo a hacer el mayor daño posible en poco tiempo.


-¿A qué te refieres?

-El entrenador de Beldum no se anda con chiquitas. Mankey tan sólo presentaba dos impactos, y aún así está en las últimas. Parece ser que su entrenador conoce muy bien la anatomía de los pokémon y como puede ganar fácilmente.

-¿Y porqué no lo descalifican?- Pregunté.

-No es tan fácil, no ha cometido ninguna falta. Mankey no está muerto, sólo está muy dañado.


-Pero si tú has dicho...

-Sé lo que he dicho, pero una cosa es que Beldum lo haya matado y otra muy distinta es que vaya a morir en unos días por la heridas provocadas por Beldum. No ha infringido ninguna norma.


Estaba confuso, un entrenador había estado a punto de matar un pokémon, pero aún seguía en el torneo. Era muy peligroso para los entrenadores que se enfrentasen a él.


De pronto me acordé de alguien que estaba participando en ese torneo; Jorge. Tenía que ir a avisarle antes de que fuera muy tarde y avisarle de que tuviera cuidado del entrenador con un Beldum. Sólo tenía un problema; no tenía ni idea de como era ese entrenador. Ninguna pista.


-¿Para que has venido?- Me preguntó la enfermera.

-Venía a ver si mi Nidorino se había recuperado.

-Ehmmm, déjame ver...- Empezó a remover papeles en una libreta que estaba sobre una mesa a su lado. El traqueteó de papeles cesó mientras levantaba un folio. -¡Ajá! Aquí está. A ver a ver... Sí, tu Nidorino ya está recuperado del todo. Lo hemos metido en su pokéball para no ocupar tanto espacio. Ven conmigo, voy a devolvértelo.


Fuimos caminando hasta el fondo izquierdo de la tienda, dónde había una estantería enorme con un par de cajones abajo. La enfermera se puso a buscar mi pokéball con la mirada. Pasaba de un estante al siguiente con calma. Según bajaba los estantes tenía que ir agachándose para ver mejor, y según se iba agachando su bata se iba subiendo. Me fijé en ese detalle, hasta que la enfermera me llamó la atención.


-¡¿Qué se supone que haces? Deja de mirarme con esa cara de pervertido!


Lo único que pude hacer fue balbucear algo parecido a “lo siento”. Y tuve que salir corriendo de allí con la mirada de indignación de la enfermera clavada en mi nuca.


Salí de la tienda, ¡mierda! ¿Cómo se supone que voy a recuperar la pokéball?

Tendría que volver a entrar y soportar una bronca de la enfermera. Tragué saliva y entré en la tienda intentando aparentar serenidad. Media hora después salí de la tienda con la pokéball en la mano y un moratón en el brazo.


Me había dado una increíble charla sobre acoso sexual, de la que apenas me había enterado, pues el escote que tenía esa bata no me había dejado apartar la vista para mirar a sus ojos.


La enfermera se enfadaba cada vez más. No lo comprendo, si sabe que esto ocurre con la bata y no le gusta, ¿por qué no se pone unos pantalones? O al menos unas bragas que la tapen más.


Me acerqué al campo de batalla, todo el mundo miraba al cielo, asique los imité.

Allí en lo alto se encontraba un Murkrow volando en zigzag intentando esquivar un Beldum. ¿¡Un Beldum!? Eso significaba un peligro, y el Murkrow a su vez significa que era Jorge quien estaba en peligro.

-Continuará...-

2 comentarios:

  1. se tranquilizo un poco y se fue sonriendo? y pasas de un mankey moribundo a intentar follarte a la enfermera? te has tomado en serio lo de menos romanticismo eh?

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  2. xDDDDD Pero eso ya lo tenía escrito antes de la charleta via twitter que tuvisteis xD

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