domingo, 1 de febrero de 2015

Viajeros

Podéis ahorraros el "ha vuelto" y toda la mierda que eso conlleva.
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-¡Espera!- Susurró cogiendo a su compañera del hombro. -Aún puede estar por aquí.- El hombre se levantó un poco, lo suficiente para que sus ojos superasen el obstáculo tras el que se ocultaban y poder vislumbrar su alrededor en busca de su perseguidor.
-¿Se ha ido?- Preguntó notablemente nerviosa la mujer. Todavía recordaba con horror la masacre que había encontrado en la sala de juntas aquella mañana, cuando todavía no sabían que la criatura que habían rescatado del moribundo planeta había mutado y ahora andaba cazando a cuanto ser se le ponía por delante.
-Creo que sí, pero aún tenemos que tener.- La frase quedó interrumpida de súbito cuando una garra se clavó en el rostro del hombre, con el brazo doblando la esquina de una de las cajas tras las que se habían escondido.

La mujer se llevó las manos a la boca para ayudarse a contener un grito de angustia mientras gateaba hacia atrás en busca de un nuevo cobijo. La garra tiró con fuerza del hombre, que lanzó un grito desgarrador antes de silenciarse para siempre mientras la mujer podía contemplar como la sangre salpicaba la pared del fondo.
"Está comiendo" pensó acongojada, "se lo está comiendo con huesos y todo" identificó por los crujidos que le llegaban a los oídos. "Voy a ser la siguiente".

La criatura se irguió sobre sus patas traseras y olfateó el aire. Su cara se giró en dirección a la mujer, que se había quedado petrificada mirándolo. La sangre le caía a borbotones de entre los huecos de sus mandíbulas y garras. Tenía el cuerpo cubierto en su totalidad del color carmesí de la sangre oxidada. Avanzó un par de pasos hacia la mujer y volvió a ponerse a cuatro patas. Pegó su cara contra la de la chica y la olió. Ella pudo notar el cálido aire de la criatura sobre su pómulo, y le pareció extraño, por lo que alargó la mano para acariciarle la cara. Posó su palma sobre la frente del engrendro y éste agachó la cabeza.

La mujer empezó a pensar que estaba a salvo, mas tal sensación no le duró demasiado, pues la criatura parecía tener un macabro y retorcido sentido del humor, ya que cuando la hizo sentirse extrañamente a salvo, aprovechó el momento para abalanzarse sobre ella y desgarrárle la carótida, dejando que muriese desangrada poco a poco mientras cruzaba la puerta de la sala.

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