Depositó con cuidado el cuerpo inerte de la que había sido la mujer a la que más había amado en su vida en la barca y la empujó con cuidado usando un pie.
Contempló el pequeño bote adentrarse en el lago mientras daba media vuelta, echaba su capucha hacia atrás y se dirigía de vuelta a la casa mientras se tocaba la cara y los brazos, repasando las cicatrices aún sangrantes que cubrían su cuerpo, pero la cicatriz más profunda y que más le dolía no la podía ver nadie.
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