De
la nada salió un joven con pantalones cortos y gorra que bloqueó la
pokéball con su cuerpo y se abalanzó sobre el Rattata gritando
“este Rattata es el mejor Rattata de todos los Rattata”.
-¡Oye!-
Grité. -¡Ese Rattata es mío, fuera de mi camino!- Decía mientras
me aproximaba y recogía mi pokéball del suelo.
El
joven me miró seriamente con el Rattata aún en sus brazos.
-¡Jamás!
¡Este Rattata será el primer pokémon que capture!
De
pronto apareció de la nada otra persona, como si se hubiera puesto
de moda salir de ninguna parte. Me cogió la pokéball de la mano y
golpeó al Rattata que aún estaba en brazos del chico. El pokémon
no volvió a salir de ahí.
-¿¡Qué
haces!?- Gritó el chico sin poder contener la rabia.
Yo,
que estaba en mi mundo ante lo que acababa de suceder, levanté la
cabeza.
-Gracias
por ayudarme con esto Minerva.- Dije sin comprender porque estaba
ella ahí.
-No
hay de qué, y tú- añadió mirando al sollozante niño -no eres
entrenador pokémon, por lo que no puedes capturar pokémon, otra vez
será. Además,- señaló mi pokédex, que comenzaba a emitir sonido
-eso no era un Rattata.
Y
sin dejarme contestar nada desapareció corriendo. Que chica tan
extraña.
-Ditto,
el pokémon "Transformante". Tipo Normal. Ditto es un
pokémon con un cuerpo simple y amorfo, lo que le permite cambiar sus
células de modo que adquieren la forma y habilidades de pokémon
cercanos. En ocasiones también son capaces de transformarse por
memoria, aunque suelen olvidar ciertos detalles que hacen que el
cambio resulte incompleto e inútil. La media de duración de una
transformación es de 15 minutos si está moviéndose o atacando, en
cambio, si Ditto está parado puede estar transformado durante 8
horas. Viven en zonas cercanas a ciudades, donde los pokémon abundan
y pueden pasar desapercibidos, cuando llega la noche, se transforman
en piedra de forma que pueden pasar la noche a salvo. Su flexibilidad
les impide caer paralizados.
Vaya
vaya, sólo era un Ditto que se había transformado en dos pokémon a
la misma vez. No sabía que se podía hacer eso, pero no importa,
ahora tengo un nuevo pokémon conmigo, ahora estoy preparado para
enfrentarme al primer líder de gimnasio.
Sin
embargo, a mi lado, el chico aún gimoteaba.
-No
te preocupes chaval, cuando tengas dieciocho años podrás ser
entrenador pokémon y tener tantos Rattata como quieras.
-Cuando
sea entrenador- dijo entre sollozos -pienso vengarme por esto. Me
llamo Chano, recuérdalo.
Y
se fue corriendo de allí. Definitivamente hay gente muy rara en
Humanes.
Entré
en casa, y tras la cena, me fui a dormir. Pasó largo rato desde que
me acosté hasta que conseguí roncar, porque aún repasaba
mentalmente los acontecimientos del día.
Cuando
sonó el despertador me levanté de golpe, y al apagarlo volví a
acostarme, como solía hacer siempre. Media hora más tarde terminé
de levantarme del todo. Ya iba tarde. Bajé a la cocina para
desayunar, no había nadie. Quizá las ocho de la mañana era una
hora muy temprana para las vacaciones.
Tras
desayunar y vestirme fui andando al tren, y finalmente llegué a la
estación de La Serna, dónde estaba Carlos esperándome.
Fuimos
hacia Aranjuez, porque es un sitio campestre y bonito, con bastante
biodiversidad. El plan era caminar, hablar y despedirnos mientras
durase la prueba, desearnos suerte mutuamente, combatir y, si
encontrábamos algo chulo, capturar.
En
toda la mañana no encontramos nada interesante, y en los combates
siempre quedábamos muy igualados. Pronto comenzamos a aburrirnos.
-Vámonos,
anda, que no quiero perder el vuelo.
-Vale,
pero espera, me han dicho que por aquí hay Nidoran, y quiero tener
una compañera para mi Onii-San.
Carlos
me miró con ceño, pero no dijo nada. Era la una, aún tenía dos
horas para llegar al aeropuerto.
Pero
tras mucho tiempo buscando, lo máximo que encontramos fue un Fearow
que huyó cuando trató de combatir contra Ditto (ahora llamado
Jelly) y a Carlos se le hizo demasiado tarde.
-Venga,
vámonos ya, que tengo que coger un avión.- Pero mientras decía
esto, yo vislumbré mi objetivo, una escurridiza Nidoran olfateaba el
suelo, y al ver venir la pokéball salió corriendo.
Me
dispuse a correr tras ella, pero Carlos me agarró el brazo, "ya
es suficiente" fue lo que dijo, pero "ahora que la tienes
no la vas a tener" fue lo que yo oí.
-Yo
no me voy, lo siento. Ahora que estoy tan cerca no voy a dejar
escapar esta oportunidad.
Carlos
frunció el entrecejo. -No me jodas Juanma- dijo mientras me
asesinaba mentalmente.
-Toma-
le tendí una pokéball -llevate a Jelly. Los Fearow son rápidos,
podrás llegar a Barajas a tiempo.- Dije mientras miraba a Ditto
transformado en aquél majestuoso ave.
La
expresión de Carlos se suavizó. Sin mediar palabra se subió en la
grupa de Jelly y surcó los cielos a lomos de aquel feroz Fearow que
no era más que una masa pegajosa en realidad.
-Continuará...-
https://www.youtube.com/watch?v=hi3KWL-hFaY
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