lunes, 14 de enero de 2013

Untitled (Provisional name). Capítulo 1. (parte final)

Ayer tuve un pequeño problema con el capítulo y me desapareció la parte final. Cuando me di cuenta era muy tarde, asique decidí dejarlo para hoy. Sin más dilación, os dejo la última parte del capítulo.
----------------------------------------
Miré el hueso en mi mano. Estaba astillado en un extremo, de forma que acababa en varias puntas afiladas. Era lo suficientemente largo como para poder apuñalar sin correr demasiado riesgo, pero al sujetarlo resbalaba un poco debido a la sangre.

Miré a mis compañeros y asentí con satisfacción, indicando que podíamos volver a las escaleras para bajar al garaje. Avanzamos despreocupadamente, y al doblar la esquina que minutos antes había cruzado Bartolo pudimos ver las escaleras y dos de esas criaturas. Ambas estaban arrodilladas sobre un cuerpo caído, en el tramo de escaleras más abajo, por donde teníamos que pasar de camino al garaje.

Tragué saliva, hice una señal para que no hicieran ruido y comenzamos a bajar. Escalón a escalón, sin hacer ruido, sin prisa pero sin pausa. Llegamos al descansillo donde esas dos cosas se estaban dando un festín a costa de una pobre muchacha. Con una curiosidad insana me asomé levemente por encima de la cabeza de uno de ellos y vi tan horrible escena perfectamente.

La chica tenía un horrible desgarrón en el cuello, y estaba totalmente cubierta de sangre. La camiseta había sido desgarrada y ahora tenía un agujero en la tripa por donde los comensales iban retirando las vísceras. Me entraron arcadas y tuve que llevarme la mano a la boca y hacer un esfuerzo por no vomitarles encima. No quería llamar su atención.

Doblamos la esquina de las escaleras para llegar al último tramo antes de entrar al garaje. Bajamos, siempre pendientes de que nuestros nuevos amigos siguieran comiendo y no nos prestaran atención. Llegué abajo y abrí la puerta poco a poco. El chirriar de las bisagras hizo que la atención de los zombis se desviara de su comida a otra más fresca. Al ver mi expresión de horror, Félix y Juanjo comprendieron y bajaron a saltos las escaleras, cruzamos la puerta y la cerré detrás de nosotros.
Oí varios golpes seguidos al otro lado de la puerta y me eché a reír. “Se han caído por las escaleras”.

Avanzamos poco a poco y nos acercamos a un coche al azar. Era un Chevrolet negro. Juanjo se puso a lo suyo. Forzó la puerta del conductor sin ningún problema y se puso manos a la obra para hacerle un puente. El coche hizo amagos de arrancar. El ruido atrajo otros sonidos que hicieron eco, alertando a más y más.

-Juanjo, ¿cómo va eso? Date prisa, creo que tenemos compañía.- Comenté sin poder ocultar el nerviosismo.
-Ya va, ya va. Unos minutos y lo tendré listo.- Hizo una pausa. -Quizá se alargue, cubridme.

Félix y yo nos adelantamos y cubrimos ambos lados del coche. Sostuvimos las armas en alto y empezamos a ver varias figuras acercándose lentamente a nosotros. Me adelanté a una e hinqué el hueso en su pecho. La fuerza del golpe hizo que se tambaleara un poco, pero como si nada hubiera pasado estiró los brazos y me agarró una muñeca. Se inclinó hacia mí, haciendo que el hueso le penetrara más y abriendo la boca, dispuesto a morderme.

-¡Banzai!- Gritó Félix mientras se abalanzaba contra el monstruo y le partía la cabeza en dos por el golpe de la barra metálica, que quedó algo abollada.
-Mierda, ya me he vuelto a quedar sin arma.- Suspiré y me decaí un poco por aquella noticia fatal.
-¿Y el cuchillo que usaste para cortar el hueso?- La pregunta de Juanjo me hizo quedarme blanco. ¿En serio había sido tan tonto de tener un arma en mi mano y haberlo abandonado? La respuesta era un sí rotundo.
-No os preocupéis, como ya suponía que aquí el señor olvidaría la importancia del cuchillo, lo cogí por él.- Dijo Félix mientras sonreía con autosuficiencia.
-Joder, muchas gracias. Menos mal que has venido. Soy un desastre.- Cogí el cuchillo manchado de sangre y me preparé para el próximo zombi.
El sonido del motor arrancando llegó a mis oídos como agua de mayo. Monté rápidamente y me puse el cinturón. Ajusté los espejos y metí la marcha atrás para salir del aparcamiento. Giré a la izquierda, encaminándome a la rampa de salida y esquivé uno de esos caminantes.

Juanjo sacó el móvil y conectó el GPS. Pronto encontramos los primeros obstáculos mientras íbamos de camino a Arganda. La carretera estaba llena de coches atravesados, accidentados, ardiendo. Tuvimos que esquivarlos y conducir en zigzag varias veces. Otras incluso tuvimos que invadir la acera.

Al final, nos encontrábamos en una rotonda que nos daba la bienvenida a Arganda del Rey y, detrás de ella, columnas de humo que se elevaban al horizonte. Llamas en muchos edificios cercanos. Había frenado el coche para mirar el paisaje, pero ahora sentía la necesidad de acelerar, de darme prisa y llegar a mi destino.

Me interné en el pueblo, calle arriba, calle cruzada, ahora izquierda y ahora derecha. Bajé una rampa y torcí a la derecha. De pronto tuve que frenar bruscamente para no comerme un motorista, uno que tenía pelo negro y ojos amarillos.
-¡Joder, que nos está encañonando!- Gritó Juanjo al tiempo que salía del coche y sonaba un disparo.


-------------------------------
 Licencia de Creative Commons
Untitled (provisional name) is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en http://junmaventuraspokemon.blogspot.com.es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario