Mientras sacaba de mi bolsillo la pokédex que me acababa de entregar el profesor Madrazo, observé como muchos participantes hacían caso omiso a los administradores y se iban a otro lugar. No era asunto mío, el único aspirante de ese torneo que me interesaba era Carlos y él se quedaba conmigo a ver al resto de nuestros amigos.
Nos pusimos a la cola de la comida mientras yo seguía toqueteando mi pokédex. Cuando llegó mi turno me dieron dos opciones: sándwich vegetal de Oddish o, si preferimos la carne, bocadillo de filete de Doduo. A mi no me gustan las verduras, y además me apasiona la carne de Doduo, asique la decisión es clara. Les comento además que soy el vencedor del torneo, y por tanto llevo un pokémon conmigo, la señora, con la misma cara de pocos amigos se agacha y cuando se vuelve a levantar me entrega una baya zidra.
Me voy con todos mis amigos debajo de la -ya nombrada nuestra- encina. Nos sentamos, libero a mi Nidorino y le pongo la baya frente a sus narices. Nidorino la observa con ojos vidriosos y empieza a mordisquearla.
Observo a mi alrededor... Edu se come su bocadillo de Doduo como si no hubiera mañana mientras que, Diana se come el suyo con toda la calma del mundo. Cuando han pasado cinco minutos Edu ya ha terminado y está tumbado en la sombra que ofrece la encina, reposando la comida. Yo en cambio, tardo diez minutos más en terminar de comer, y al hacerlo, sigo investigando la pokédex mientras acaricio la cabeza de Nidorino.
Investigando encuentro una opción <<Nombre>> y, al pulsarlo aparece en pantalla la frase <<apunte al pokémon que desee nombrar>>. Apuntando a Nidorino, aparece en la pantalla esta vez: <<Diga el nuevo nombre>>. Onii-San, exclamo.
<<Felicidades, ahora este pokémon se llama Onii-San>> es el nuevo mensaje. Pruebo si funciona y alejándome llamo a Onii-San, que se gira al oír mi voz y viene corriendo hacia mi. Parece que funciona.
Encuentro otra opción: <<Datos>> y lo pulso apuntando a Onii-San. La pokédex comienza a hablar:
-Nidorino, el pokémon "Pin Veneno". Tipo Veneno. Nidorino es la forma evolucionada de los Nidoran macho, su cuerno se desarrolla más que en las hembras (Nidorina), y éste es duro como el diamante. La punta de su cuerno segrega un potente veneno, por lo que es temido en los campos y praderas que habita. Sus enormes orejas le sirven para detectar el mínimo movimiento de sus depredadores. Viven en comunidades en la que los
machos siempre están peleando entre ellos y en caso de peligro defienden a las hembras a muerte. Su alimentación es puramente herbívora. Su sangre se compone en un 90% de veneno y, si entra en contacto con la piel de otro ser vivo, éste cae envenenado al instante.
Una vez ampliado mi conocimiento sobre Onii-San levanto la cabeza. Sólo queda Diana comiendo, el resto se ha marchado, pero ¿dónde? Miro mi reloj, son las 14:34 asique ya deben estar viendo los combates.
Cuando Diana finaliza su comida, la pido que me acompañe a la enfermería, no debemos dejar que la herida de Nidorino se infecte.
Caminamos hasta la tiendecita de la enfermería. Es más grande que cualquier tienda de campaña que hubiera visto antes. Es blanca con la parte superior roja, en la parte blanca se encuentra una cruz roja y en la parte roja se encuentra una pokéball blanca. Esos son los logotipos de los centros pokémon, que son centro médicos en los que se cura y revisa a los pokémon de la gente.
Entramos despacito y lo que encontramos son un montón de camas auxiliares. En algunas de ellas encuentro caras conocidas; Frillish, Shedinja e incluso el Tauros de Carlos. Aquí es dónde han ido a parar los pokémon graves. A parte de los envenenados por mi culpa, también se encuentran algunos quemados, desgarrados, etc.
De pronto, nos chocamos con una enfermera que nos mira molesta. “¿Que queréis?” Se limita a decir, ante lo que respondo sacando a Nidorino de su pokéball y señalando su oreja. “Uh, que mal aspecto tiene esta herida”, pero al ver mi cara de preocupación dice rápidamente: “pero no te preocupes, que esto con un par de puntos se arregla”.
La enfermera llamó a Blissey y Audino para que vinieran a ayudarla.
Mientras que Blissey usaba canto para dormir a Onii-San, Audino se dedicaba a usar pulso cura para detener la hemorragia. Fue entonces cuando la enfermera, aguja en mano, comenzó a coser la herida de la oreja de Onii-San.
Cuando hubo terminado, me dijo que dejara a Nidorino allí descansando y que volviera a por él al finalizar el torneo.
Tras dar las gracias a la enfermera, Diana y yo salimos de la tienda con objetivo de ir a ver los combates.
Nada más acercarnos a donde estaban nuestro amigos noté una ausencia.
-¡Vamos Vero! ¡Machácala!- Gritaba Carlos con todas sus fuerzas.
Vero estaba enfrentándose a su compañera de habitación, Isabel. El enfrentamiento estaba del lado de Vero, que había derrotado a un pokémon de Isabel.
Pero ahora no parecía irle bien. Vero luchaba usando un Charmander, contra el Roggenrola de Isabel. Mientras Charmander se acercaba velozmente hacia Roggenrola, éste usó tormenta arena, de forma que levantó polvo y arena por todo el campo. Charmander tuvo que cerrar los ojos para evitar que se le colase alguna partícula, momento que Roggenrola aprovechó para usar pedrada.
Tras el impacto de cuatro piedras, Charmander cayó al suelo y fue a parar a su pokéball inmediatamente después. Entonces, Vero liberó a su siguiente pokémon; un Vulpix. Roggenrola recargó energía en el interior de su cuerpo y la liberó de golpe por su orificio central. La joya de luz impactó directamente contra el cuerpo de Vulpix que cayó al suelo. Vero instó a Vulpix a levantarse y usar rayo confuso, pero estaba demasiado débil para hacerlo. Roggenrola se acercó a Vulpix y, usando pedrada, debilitó a Vulpix.
A Vero solo le quedaba un pokémon y empezaba a ponerse nerviosa. Su último pokémon debía ser capaz de vencer a dos pokémon, pero no estaba segura de poder hacerlo. El árbitro detuvo los pensamientos de Vero diciéndola que debía sacar su último pokémon si no quería ser descalificada. De la última pokéball de Vero salió un pequeño Darumaka. Rápidamente, Isabel ordenó a Roggenrola usar pedrada, y tras el impacto de más de cinco piedras, Darumaka quedó debilitado.
Mientras el árbitro daba la victoria a Isabel, yo miré a Vero, que ahora se encontraba sentada en el suelo, con la mirada perdida hacia dónde se había encontrado Roggenrola unos segundos antes.
Unas lágrimas comenzaron a aflorar y a deslizarse por sus mejillas.
-Continuará...-
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