Mostrando entradas con la etiqueta segunda parte. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta segunda parte. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de abril de 2012

Capítulo 4. Comienza la aventura. (Parte 2/5)

-Si no la quieres me la das, ¿vale?- Me dijo con una sonrisa perfecta.
Miré el Ekans atrapado en la trampa. Se revolvía intentando escapar. Debía medir unos 45 centímetros y por encima de todo ello destacaba su color; debía ser un Ekans albino.
Se me iluminaron los ojos. Un pokémon variocolor y uno albino ¿¡qué más podía pedir!?

-¡Joder, claro que lo quiero! Es un ejemplar bastante raro.- Dije sin poder contener una extraña emoción.
Saqué la pokéball y la lancé hacia la trampa. Ekans se metió en su interior. La pokéball rodó y se volvió a abrir dejando escapar a Ekans.

-¡Mierda!- Grité mientras observaba escapar a Ekans.
-¡Jigglypuff usa canto!- Se apresuró a decir aquella chica mientras lanzaba una pokéball.
Ekans se quedó dormido en mitad de su fuga. Recogí la pokéball del suelo, me acerqué a Ekans y le golpeé con ella. El pokémon entró en el artefacto y esta vez se quedó dentro.

-Ekans, el pokémon "reptil venenoso". Tipo veneno. Ekans carece de extremidades, por lo que se desplaza arrastrándose sobre su cuerpo y es capaz de escabullirse por cualquier orificio. Es muy sigiloso, nunca se sabe si está al acecho, y su tamaño aumenta con el paso del tiempo hasta llegar a medir 2 metros. Los Ekans jóvenes aún no han desarrollado veneno en su mandíbula. Viven en praderas, donde abundan sus presas, que son pequeños pokémon pájaro y huevos. Tiene la habilidad de intimidar a sus rivales, haciendo que su ataque disminuya y la de mudar de piel cuando está afectado por un problema de estado como las quemaduras.
Me acerqué a la chica que ahora estaba acariciando la cabeza de Jigglypuff y me presenté.
-Muchas gracias por tu ayuda. Sin ti hubiera perdido a ese valioso Ekans. Soy Juanma, entrenador pokémon recién licenciado.

-Ha sido un placer, no te preocupes pa... patatas.- La chica se puso roja mientras la miraba con curiosidad.
-¿Patatas?
-Si me das una bolsa de patatas quedaremos en paz. ¿vale?
-Hmm, vale, supongo. Por cierto, aún no me has dicho tu nombre, ni porqué tienes un pokémon teniendo 16 años...

-Supongo que no pasa nada si te lo digo. Soy la hija de una líder de gimnasio, mi nombre es Minerva.
-¿Y cuándo te daré las patatas?

-No te preocupes por eso, nos volveremos a ver.- Dijo con un tono misterioso en la voz y, acto seguido, se fue volando sobre un hinchado Jigglypuff que actuaba de globo aerostático muy inseguro.

Con tres pokémon en mi haber ya estaba preparado para mi enfrentamiento con Edu.
-¿Qué ha sido eso? Normalmente mi atractivo atrae a todas las mujeres, pero esa ni me ha mirado.
-¿Te has ofendido? Será que yo soy más guapo que tú.

Los dos nos reímos, no sé si la risa de Edu era cruel o no, pero no me importaba, ahora le daría su merecido en forma de una derrota pokémon.
Mi primera opción fue enviar a Néstor; el Pidgey de las plumas cortas, que tuvo que enfrentarse a un Joltik.

Era un combate igualado, volador vence a bicho, eléctrico vence a volador. Joltik era microscópico, lo cual era ventajoso y desventajoso por igual.
Comencé el combate ordenando a Pidgey elevarse. Craso error, a pesar de la vista lince de Pidgey, Joltik era demasiado pequeño como para vérsele desde tan lejos. De pronto, un rayo salió disparado hacia Pidgey. Con la velocidad que caracteriza a la electricidad, impactó contra Néstor. Pidgey cayó en picado sobre el suelo. Mientras apreciaba que olía a pollo frito, Pidgey volvió a su pokéball.

Maldije mi torpeza mientras liberaba a Inigan; el Ekans albino. Sus ojos rojos buscaron la presa. Joltik saltó y se adhirió a la piel de Ekans y comenzó a picarle. Ekans mudó la piel, dejando su enemigo en la piel anterior y se lanzó a engullirlo. Las fauces de Ekans se abrieron y se volvieron a cerrar con Joltik en su interior. De pronto, Ekans sufrió un calambrazo. Joltik aún daba guerra. Ekans lo escupió y expulsó veneno. El pequeño pokémon se encontraba en un charco de veneno, por lo que no pudo evitar caer envenenado y volver a su pokéball. Edu se sacó una baya meloc del bolsillo y la metió en la pokéball de Joltik. Menos mal que es previsor.

Su siguiente elección fue un Psyduck, que nada más salir lanzó un chorro de agua directo a la cabeza de Ekans y, antes de que pudiera abrir los ojos, la confusión de Psyduck hizo que Inigan volviese a su pokéball.

Ya sólo me quedaba Nidorino, que salió con el cuerno por delante. Impactó a Psyduck en la cabeza, pasando de refilón. Psyduck se llevó las manos a la cabeza y comenzó a gimotear. Sus poderes Psíquicos se liberaron de golpe, Nidorino comenzó a flotar levemente en el aire y fue lanzado contra un árbol. Finalmente, el ataque confusión de Psyduck acabó con él.

Caí sobre mis rodillas contra el césped húmedo. Había perdido, Edu ni se había despeinado.

-Continuará...-

viernes, 18 de noviembre de 2011

Capítulo 2. Comienza el cambio. (Parte 2/5)

Mientras sacaba de mi bolsillo la pokédex que me acababa de entregar el profesor Madrazo, observé como muchos participantes hacían caso omiso a los administradores y se iban a otro lugar. No era asunto mío, el único aspirante de ese torneo que me interesaba era Carlos y él se quedaba conmigo a ver al resto de nuestros amigos.


Nos pusimos a la cola de la comida mientras yo seguía toqueteando mi pokédex. Cuando llegó mi turno me dieron dos opciones: sándwich vegetal de Oddish o, si preferimos la carne, bocadillo de filete de Doduo. A mi no me gustan las verduras, y además me apasiona la carne de Doduo, asique la decisión es clara. Les comento además que soy el vencedor del torneo, y por tanto llevo un pokémon conmigo, la señora, con la misma cara de pocos amigos se agacha y cuando se vuelve a levantar me entrega una baya zidra.


Me voy con todos mis amigos debajo de la -ya nombrada nuestra- encina. Nos sentamos, libero a mi Nidorino y le pongo la baya frente a sus narices. Nidorino la observa con ojos vidriosos y empieza a mordisquearla.


Observo a mi alrededor... Edu se come su bocadillo de Doduo como si no hubiera mañana mientras que, Diana se come el suyo con toda la calma del mundo. Cuando han pasado cinco minutos Edu ya ha terminado y está tumbado en la sombra que ofrece la encina, reposando la comida. Yo en cambio, tardo diez minutos más en terminar de comer, y al hacerlo, sigo investigando la pokédex mientras acaricio la cabeza de Nidorino.


Investigando encuentro una opción <<Nombre>> y, al pulsarlo aparece en pantalla la frase <<apunte al pokémon que desee nombrar>>. Apuntando a Nidorino, aparece en la pantalla esta vez: <<Diga el nuevo nombre>>. Onii-San, exclamo.


<<Felicidades, ahora este pokémon se llama Onii-San>> es el nuevo mensaje. Pruebo si funciona y alejándome llamo a Onii-San, que se gira al oír mi voz y viene corriendo hacia mi. Parece que funciona.


Encuentro otra opción: <<Datos>> y lo pulso apuntando a Onii-San. La pokédex comienza a hablar:


-Nidorino, el pokémon "Pin Veneno". Tipo Veneno. Nidorino es la forma evolucionada de los Nidoran macho, su cuerno se desarrolla más que en las hembras (Nidorina), y éste es duro como el diamante. La punta de su cuerno segrega un potente veneno, por lo que es temido en los campos y praderas que habita. Sus enormes orejas le sirven para detectar el mínimo movimiento de sus depredadores. Viven en comunidades en la que los

machos siempre están peleando entre ellos y en caso de peligro defienden a las hembras a muerte. Su alimentación es puramente herbívora. Su sangre se compone en un 90% de veneno y, si entra en contacto con la piel de otro ser vivo, éste cae envenenado al instante.


Una vez ampliado mi conocimiento sobre Onii-San levanto la cabeza. Sólo queda Diana comiendo, el resto se ha marchado, pero ¿dónde? Miro mi reloj, son las 14:34 asique ya deben estar viendo los combates.


Cuando Diana finaliza su comida, la pido que me acompañe a la enfermería, no debemos dejar que la herida de Nidorino se infecte.


Caminamos hasta la tiendecita de la enfermería. Es más grande que cualquier tienda de campaña que hubiera visto antes. Es blanca con la parte superior roja, en la parte blanca se encuentra una cruz roja y en la parte roja se encuentra una pokéball blanca. Esos son los logotipos de los centros pokémon, que son centro médicos en los que se cura y revisa a los pokémon de la gente.

Entramos despacito y lo que encontramos son un montón de camas auxiliares. En algunas de ellas encuentro caras conocidas; Frillish, Shedinja e incluso el Tauros de Carlos. Aquí es dónde han ido a parar los pokémon graves. A parte de los envenenados por mi culpa, también se encuentran algunos quemados, desgarrados, etc.


De pronto, nos chocamos con una enfermera que nos mira molesta. “¿Que queréis?” Se limita a decir, ante lo que respondo sacando a Nidorino de su pokéball y señalando su oreja. “Uh, que mal aspecto tiene esta herida”, pero al ver mi cara de preocupación dice rápidamente: “pero no te preocupes, que esto con un par de puntos se arregla”.

La enfermera llamó a Blissey y Audino para que vinieran a ayudarla.


Mientras que Blissey usaba canto para dormir a Onii-San, Audino se dedicaba a usar pulso cura para detener la hemorragia. Fue entonces cuando la enfermera, aguja en mano, comenzó a coser la herida de la oreja de Onii-San.


Cuando hubo terminado, me dijo que dejara a Nidorino allí descansando y que volviera a por él al finalizar el torneo.


Tras dar las gracias a la enfermera, Diana y yo salimos de la tienda con objetivo de ir a ver los combates.


Nada más acercarnos a donde estaban nuestro amigos noté una ausencia.

-¡Vamos Vero! ¡Machácala!- Gritaba Carlos con todas sus fuerzas.


Vero estaba enfrentándose a su compañera de habitación, Isabel. El enfrentamiento estaba del lado de Vero, que había derrotado a un pokémon de Isabel.

Pero ahora no parecía irle bien. Vero luchaba usando un Charmander, contra el Roggenrola de Isabel. Mientras Charmander se acercaba velozmente hacia Roggenrola, éste usó tormenta arena, de forma que levantó polvo y arena por todo el campo. Charmander tuvo que cerrar los ojos para evitar que se le colase alguna partícula, momento que Roggenrola aprovechó para usar pedrada.

Tras el impacto de cuatro piedras, Charmander cayó al suelo y fue a parar a su pokéball inmediatamente después. Entonces, Vero liberó a su siguiente pokémon; un Vulpix. Roggenrola recargó energía en el interior de su cuerpo y la liberó de golpe por su orificio central. La joya de luz impactó directamente contra el cuerpo de Vulpix que cayó al suelo. Vero instó a Vulpix a levantarse y usar rayo confuso, pero estaba demasiado débil para hacerlo. Roggenrola se acercó a Vulpix y, usando pedrada, debilitó a Vulpix.

A Vero solo le quedaba un pokémon y empezaba a ponerse nerviosa. Su último pokémon debía ser capaz de vencer a dos pokémon, pero no estaba segura de poder hacerlo. El árbitro detuvo los pensamientos de Vero diciéndola que debía sacar su último pokémon si no quería ser descalificada. De la última pokéball de Vero salió un pequeño Darumaka. Rápidamente, Isabel ordenó a Roggenrola usar pedrada, y tras el impacto de más de cinco piedras, Darumaka quedó debilitado.


Mientras el árbitro daba la victoria a Isabel, yo miré a Vero, que ahora se encontraba sentada en el suelo, con la mirada perdida hacia dónde se había encontrado Roggenrola unos segundos antes.


Unas lágrimas comenzaron a aflorar y a deslizarse por sus mejillas.

-Continuará...-

jueves, 29 de septiembre de 2011

Capítulo 1. Comienza el torneo. (Parte 2/5)


Al igual que los autobuses, las habitaciones se separaban en hombres y mujeres, pero Carlos y yo estábamos en cuartos distintos. Me había tocado en la número 009 con un tal Eduardo, a Carlos le había tocado compartir el cuarto 033 con Jorge.
Vero, por su parte, seguía estando más sola que la una, siempre con desconocidos, “al menos tengo una habitación cerca de la de Carlos” dijo resoplando. Habitación 037, con una chica llamada Isabel.
Tras despedirnos debidamente, cada uno se fue a descansar a su cuarto.

-Que suerte tiene Carlos- pensé mientras me dirigía a mi habitación -él al menos tiene un compañero que ya conoce.


Me terminé de dirigir a mi dormitorio provisional y al abrir la puerta vi a mi nuevo compañero de piso. Era enorme. Me sacaba a lo mínimo una cabeza, y su espalda era como dos veces la mía. 


El cuartucho, por otro lado, era pequeño, tenía espacio para las dos camas y un pasillito central entre ambas, un cuarto más pequeño a un lado hacía de baño, -menos mal que no soy claustrofóbico- pensé.

Le dediqué un tímido saludo a mi compañero y lo que recibí fue un fuerte apretón de manos seguido de una larga presentación.

- ¡Hola, soy Eduardo! ¡Encantado de conocerte! Puedes llamarme Edu, a ver si podemos combatir juntos, tengo muchas ganas de pelear ya, vengo desde Madrid, un viaje horrible ¿y tú de donde vienes?¿A que categoria te has apuntado? Yo me he apuntado al tipo eléctrico - Hablaba tan rápido que no me daba tiempo a contestar.

-Yo también soy de Madrid, estoy en el tipo Veneno- contesté mirando hacia otro lado.


Edu rió escandalosamente.

-¿Y porqué te has apuntado a un tipo como ese?- Preguntó inquisitivo- No puedo comprender como alguien puede escoger el tipo veneno siendo tan débil, ¡Si ni tan sólo existen los pokémon legendarios de tipo veneno!- Seguía parloteando.


-Es un reto, si soy capaz de ganar con el tipo veneno podre ganar prácticamente con cualquiera - Dije, muy seguro de mí mismo.

-Sí, supongo. Bueno, yo me voy a dormir, que mañana es un día muy importante, a las 10 tenemos que estar ya levantados para prepararnos, que a las 12 empezaremos el torneo- Decía mientras bostezaba e intentaba mantener los ojos abiertos.

Asentí con la cabeza y me tumbé en la cama, hacía mucho calor, por lo que me tuve que quitar la camiseta para soportarlo. Miré mi tripa con la mirada perdida mientras pensaba...

Empezaba a sentirme inseguro. Toda mi vida había estado preparándome para esto, pero el torneo estaba tan cerca que el simple hecho de imaginarme perdiendo me quitaba el sueño. No sabía qué hacer en caso de no pasar la prueba. No había pensado esa opción, ¿y si perdía? ¿Y si no podía explorar el mundo con mis pokémon? ¿Y si no me permitían participar en los combates pokémon? ¿Y si...?


Las preguntas se agolpaban en mi cabeza mientras sentía que se me caía el mundo encima. No quería perder. No PODÍA perder.

Tenía que salir de ahí, dar una vuelta, que me diese el aire, despejarme. Silenciosamente abrí la puerta, salí de puntillas sin hacer ruido para no despertar a Edu y cerré con sumo cuidado. Decidí ir a la segunda planta y llamar a Vero y a Carlos, pero justo cuando llamé al ascensor me arrepentí, debía dejarlos dormir, mañana sería un día movido y lo necesitaban.

Cuando me daba la vuelta para salir a la calle, se abrieron las puertas del ascensor con tanto estruendo que creí que despertarían a todo el mundo por mi culpa. Sin embargo pronto se hizo el silencio de nuevo. Aliviado, salí a la calle a darme un paseo nocturno y quitarme de encima los pensamientos pesimistas que se me agolpaban en ese momento. La calle estaba a oscuras, tan solo iluminada débilmente por unas farolas mal colocadas con bombillas de poca calidad.

Estuve andando durante media hora, hasta que llegué a un muelle. Había cuatro barcos amarrados, uno de ellos con un mascarón de proa bastante curioso, se trataba de la cabeza de un Kingdra. Entonces, un súbito pensamiento atravesó mi mente. ¡Diana! ¡Hacía por lo menos dos meses que no sabía nada de ella y se suponía que iba a venir a verme al torneo! Ese pensamiento me hizo ver que no debía perder por nada del mundo, no podía dejar que Diana viese cómo perdía tan fácilmente.


Diana era mi novia desde hacía casi un año. Saqué mi cartera del bolsillo derecho de mi pantalón y miré la foto que me había dado hacía unos cuantos meses, me consoló pensar que estaría pensando en mi -aunque posiblemente lo que estuviera haciendo a las tantas de la madrugada fuese dormir.- “Que sepas que si tu oponente es un Horsea me pondré de parte suya.” Esa fue nuestra última conversación. La echaba de menos. A ella y a su loca obsesión por los Horseas.



Es muy amable y cariñosa conmigo, es atenta y detallista, todo lo que yo no soy. Se preocupa mucho por mí, quizá demasiado, pero es comprensible, siempre estoy metiéndome en líos.

Es un año mayor que yo, asique ella participó en el torneo el año pasado y resultó vencedora siendo su primer pokémon un Horsea.

A pesar de que hacía mucho que no nos veíamos, seguíamos hablando muy de vez en cuando ya que a veces su Altaria me hacía una visita cargado con una carta y una postal. Cuando volaba por el cielo se le confundía con nubes, y su tono de piel, azul como el cielo le hacía camuflarse más aún. Diana me contaba que estaba en Roma desafiando a la líder de gimnasio, en Hawaii haciendo un descansito, en Nueva Zelanda capturando pokémon, etc. Y tras pasar un día conmigo, le daba una nueva carta a Altaria, que se marchaba volando a donde-quiera que estuviese Diana. Eso es algo que sólo ella y el dragón sabían.

De pronto un chapoteo me liberó de mis pensamientos, miré hacia el mar, intentando penetrar la oscuridad con mi mirada, pero no tuve éxito en vislumbrar lo que sea que hizo ese sonido. Ya era tarde y mañana me iba a levantar temprano, asique caminé de vuelta al hotel. Por el camino seguía pensando en el torneo, pero esta vez, no pensaba perder.

-Continuará...-