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jueves, 27 de septiembre de 2012

Capítulo 4. Comienza la aventura. (Parte 3/5)

-¡He ganado! Venga, venga, no te me hundas ¿vale? A veces se gana y a veces se pierde, así es la vida.- Dijo mientras se reía para intentar animarme.
Me levanté con su ayuda, “buen combate”, fue todo lo que pude decirle. Miré las tres pokéball que se encontraban en mi brazalete y comenzamos a andar camino del hotel.
Cuando llegamos, nos encaminamos a la enfermería para una inspección pos-combate. Para mi sorpresa, no éramos los únicos en combatir ésa mañana. Carlos y Vero se encontraban en una acalorada discusión sobre quién tenía la culpa de su derrota.
-¡Si tu Tauros no se hubiera interpuesto en las ascuas de mi Charmander habríamos derrotado a Pablo!- Decía Vero.
-¡¿Pero qué dices?! ¡De no ser porque Tauros empujó a Charmander, Beldum le hubiera impactado y lo habría derrotado!- Afirmaba Carlos.
-¡Calmaos un poco! ¿Qué pasa aquí?- Pregunté.
-Pues que hemos retado a Pablo a un combate. Primero ha dicho que no teníamos ninguna oportunidad porque no teníamos pokémon fuertes.- Decía Vero nerviosa.
-Y entonces yo le he llamado gallina. Él se ha ofendido y ha propuesto que combatiésemos los dos a la vez contra su Beldum. Pero al final ha resultado un desastre porque Vero no paraba de meterse en medio.
-¡No me metía en medio! ¡Sólo ayudaba a que no le pateasen el culo a tu Tauros!
-¿Y para qué? ¿Acaso ha servido de algo?
-Calma, calma. Por favor relajaos un poco, no quiero que discutáis por tonterías de este calibre.- Dije intentando relajar el ambiente un poco.
Cada uno miró hacia un lado distinto, evitándose la mirada. Son como críos, pensé mientras me reía en mis adentros.
Tras recoger todos nuestros pokémon, nos dirigimos al autobús que nos debía llevar al aeropuerto. Allí nos esperaba Bruce. Llegamos al aeropuerto en tiempo récord y nos tocó sufrir los habituales retrasos de las compañías aéreas a la hora de despegar.
Finalmente estábamos todos en el aeropuerto de Barajas para las 13:24 del día 3 de Julio de 2011, un mágico día en el que nuestras andanzas comenzaban.
Saludé a mi madre que había venido a recogernos junto a mi hermano pequeño. La abracé y la dí las buenas noticias; había ganado el torneo y además ya tenía tres pokémon conmigo. Mi madre me dio la enhorabuena, a mi y a Carlos y Vero.
Mi madre es algo más bajita que yo, lleva el pelo corto y rizado de color castaño-rubio. Lleva gafas normalmente, su vista no es mala, pero no es la mejor del mundo. Es la mejor madre del mundo, y no porque lo diga yo. Es muy amable y buena, aunque cuando se enfada da miedo.
Mi hermano pequeño se llama Javi y es muy muy pequeño, aunque tiene 12 casi 13 años es bajito a más no poder. Dicen que es mi mini-clon, a mi no me lo parece, pero bueno. De mayor quiere ser líder de gimnasio, como lo fue nuestro padre.
Nuestro padre llegó a ser un líder muy importante, su pokémon inicial fue un Zigzagoon al que nunca quiso evolucionar. Tras la muerte de mi padre durante una misión, le dio el cargo a un tipo llamado Paco, que era un antiguo amigo suyo y que fue el predecesor de Kurim. Mi padre siempre se rehusó a entrenarnos a mis hermanos y a mí, decía que era muy peligroso meternos en combates pokémon tan jóvenes, por eso he tenido que esperar a cumplir los 18 para presentarme al examen de acceso a entrenador pokémon.
Llegamos los cinco a mi casa, un chalet de tres plantas en las afueras de Humanes de Madrid, un pueblucho de mala muerte cerca de Fuenlabrada.
La casa es bastante grande y acogedora, tiene un jardín amplio que ocupa zona de la entrada y rodea la casa por la izquierda hasta llegar a la parte trasera. Tenemos una piscina dónde solían descansar los pokémon de agua de mi padre pero que ahora está vacía de vida.
Cuando un líder muere, si no hay nadie que pueda heredar sus pokémon, son donados al zoo de la ciudad. Nosotros conseguimos quedarnos con el Zigzagoon debido a que entraba dentro de la categoría de pokémon mascota.
Antes de entrar en la casa hay una salita de estar de madera muy confortable. Entramos en la casa, con un gran salón al fondo y detrás un porche dónde vive el viejo Zigzagoon de la familia; Lobi. En el segundo piso se encuentran las habitaciones y en la última la buhardilla.
Subo a mi habitación un momento y cojo mi colgante. Me lo enfundo al cuello. No es más que un colgante antiguo de plata con una forma extraña, pero le tengo cariño.
Se me ocurre una idea y voy a la habitación de mis padres. Rebusco en la antigua mesilla de noche de mi padre y ¡bingo! Saco una pokéball de las antiguas, de las que son macizas y de un metal muy pesado. La observo y en cuanto a tamaño es más pequeña que las mías y no se abre por la mitad. En su lugar, un láser salido del botón central es el dispositivo de portales que teletransporta a los pokémon.
Pongo la pokéball en mi muñequera y bajo al salón donde están Vero, Carlos, Javi y mi madre. Están charlando sobre todo lo ocurrido en el torneo. Mi madre me mira muy seria y me reprende:
-¿Ganas a tu amigo de la infancia y pierdes contra un desconocido desalmado?
-¡Pero mamá! ¡Contra Carlos tenía que ganar para conseguir la licencia, y además Pablo era muy fuerte!- Contesto cual niño pequeño en un berrinche.
-¿Y que coño haces con la pokéball de tu padre en la muñeca?
-¡Voy a llevarme al Lobi conmigo, a combatir que es lo suyo y está oxidado!
-¡Lo que está es viejo! ¡Si te lo llevas ahora lo único que vas a hacer es joderle la salud!
Discutimos un buen rato, pero finalmente mi madre acaba diciendo lo típico “haz lo que te dé la gana”; por suerte para mí, Lobi también quería combatir después de tanto tiempo.
Salimos los tres en dirección a la estación de tren, yo iba para acompañar a mis amigos a sus casas, cuando sonaron nuestras pokédex. Era un mensaje de Madrazo; ya teníamos asignado el primer líder al que visitaríamos.
Mi primera parada era España; me quedaría en casita dos días más. Me asomé a la pokédex de Carlos; Dakota del sur, mañana a las 15 tenía su vuelo, la tarjeta de embarque estaba dentro de la pokédex. El destino de Vero era Egipto, a la misma hora.
Según decían nuestras pokédex, pasaríamos la noche del 4 de Julio en casa del líder en cuestión, el 5 de Julio aprenderíamos lo que nos enseñasen y el 6 de Julio combatiríamos por la mañana y por la tarde volaríamos a nuestro siguiente destino.
Llegamos al tren y quedé con ellos para mañana, para capturar algo antes de irnos. Vero no quiso, estaba nerviosa y no quería llegar tarde. Llegó el tren, montaron y se marcharon. Yo volví a casa, pero paré por el camino; ya me había quedado sin pokéball y necesitaba alguna más.
Entré en la tienda <<Pokéstuff>> e hice las compras, una honorball; blanca a excepción de la línea que separa la parte de arriba de la de abajo, que era roja. Dos pokéball Hdz-2006, una de color azul y otra verde, dos modelos parecidos a las NF-2010 que me dieron en el torneo con la excepción de que sólo podía capturar pokémon de entre 10 centímetros y 20 metros. No esperaba capturar nada muy grande, asique no importa. Metí los códigos en los procesadores de las pokéball y me marché de vuelta a casa, mientras investigaba en la pokédex como cambiar un pokémon de una pokéball a otra distinta.
Llegué a mi casa a las 8 de la noche, pero antes de entrar algo llamó mi atención en el campo que hay en frente de mi casa. Un Buneary huyendo de un Rattata con alas. El descubrimiento del siglo, debía llevárselo a Madrazo sin falta. Cogí la pokéball en la que hacía unos minutos había estado Ekans (ahora estaba en la honorball) y se la lancé a aquel extraño Rattata.

viernes, 6 de abril de 2012

Capítulo 4. Comienza la aventura. (Parte 2/5)

-Si no la quieres me la das, ¿vale?- Me dijo con una sonrisa perfecta.
Miré el Ekans atrapado en la trampa. Se revolvía intentando escapar. Debía medir unos 45 centímetros y por encima de todo ello destacaba su color; debía ser un Ekans albino.
Se me iluminaron los ojos. Un pokémon variocolor y uno albino ¿¡qué más podía pedir!?

-¡Joder, claro que lo quiero! Es un ejemplar bastante raro.- Dije sin poder contener una extraña emoción.
Saqué la pokéball y la lancé hacia la trampa. Ekans se metió en su interior. La pokéball rodó y se volvió a abrir dejando escapar a Ekans.

-¡Mierda!- Grité mientras observaba escapar a Ekans.
-¡Jigglypuff usa canto!- Se apresuró a decir aquella chica mientras lanzaba una pokéball.
Ekans se quedó dormido en mitad de su fuga. Recogí la pokéball del suelo, me acerqué a Ekans y le golpeé con ella. El pokémon entró en el artefacto y esta vez se quedó dentro.

-Ekans, el pokémon "reptil venenoso". Tipo veneno. Ekans carece de extremidades, por lo que se desplaza arrastrándose sobre su cuerpo y es capaz de escabullirse por cualquier orificio. Es muy sigiloso, nunca se sabe si está al acecho, y su tamaño aumenta con el paso del tiempo hasta llegar a medir 2 metros. Los Ekans jóvenes aún no han desarrollado veneno en su mandíbula. Viven en praderas, donde abundan sus presas, que son pequeños pokémon pájaro y huevos. Tiene la habilidad de intimidar a sus rivales, haciendo que su ataque disminuya y la de mudar de piel cuando está afectado por un problema de estado como las quemaduras.
Me acerqué a la chica que ahora estaba acariciando la cabeza de Jigglypuff y me presenté.
-Muchas gracias por tu ayuda. Sin ti hubiera perdido a ese valioso Ekans. Soy Juanma, entrenador pokémon recién licenciado.

-Ha sido un placer, no te preocupes pa... patatas.- La chica se puso roja mientras la miraba con curiosidad.
-¿Patatas?
-Si me das una bolsa de patatas quedaremos en paz. ¿vale?
-Hmm, vale, supongo. Por cierto, aún no me has dicho tu nombre, ni porqué tienes un pokémon teniendo 16 años...

-Supongo que no pasa nada si te lo digo. Soy la hija de una líder de gimnasio, mi nombre es Minerva.
-¿Y cuándo te daré las patatas?

-No te preocupes por eso, nos volveremos a ver.- Dijo con un tono misterioso en la voz y, acto seguido, se fue volando sobre un hinchado Jigglypuff que actuaba de globo aerostático muy inseguro.

Con tres pokémon en mi haber ya estaba preparado para mi enfrentamiento con Edu.
-¿Qué ha sido eso? Normalmente mi atractivo atrae a todas las mujeres, pero esa ni me ha mirado.
-¿Te has ofendido? Será que yo soy más guapo que tú.

Los dos nos reímos, no sé si la risa de Edu era cruel o no, pero no me importaba, ahora le daría su merecido en forma de una derrota pokémon.
Mi primera opción fue enviar a Néstor; el Pidgey de las plumas cortas, que tuvo que enfrentarse a un Joltik.

Era un combate igualado, volador vence a bicho, eléctrico vence a volador. Joltik era microscópico, lo cual era ventajoso y desventajoso por igual.
Comencé el combate ordenando a Pidgey elevarse. Craso error, a pesar de la vista lince de Pidgey, Joltik era demasiado pequeño como para vérsele desde tan lejos. De pronto, un rayo salió disparado hacia Pidgey. Con la velocidad que caracteriza a la electricidad, impactó contra Néstor. Pidgey cayó en picado sobre el suelo. Mientras apreciaba que olía a pollo frito, Pidgey volvió a su pokéball.

Maldije mi torpeza mientras liberaba a Inigan; el Ekans albino. Sus ojos rojos buscaron la presa. Joltik saltó y se adhirió a la piel de Ekans y comenzó a picarle. Ekans mudó la piel, dejando su enemigo en la piel anterior y se lanzó a engullirlo. Las fauces de Ekans se abrieron y se volvieron a cerrar con Joltik en su interior. De pronto, Ekans sufrió un calambrazo. Joltik aún daba guerra. Ekans lo escupió y expulsó veneno. El pequeño pokémon se encontraba en un charco de veneno, por lo que no pudo evitar caer envenenado y volver a su pokéball. Edu se sacó una baya meloc del bolsillo y la metió en la pokéball de Joltik. Menos mal que es previsor.

Su siguiente elección fue un Psyduck, que nada más salir lanzó un chorro de agua directo a la cabeza de Ekans y, antes de que pudiera abrir los ojos, la confusión de Psyduck hizo que Inigan volviese a su pokéball.

Ya sólo me quedaba Nidorino, que salió con el cuerno por delante. Impactó a Psyduck en la cabeza, pasando de refilón. Psyduck se llevó las manos a la cabeza y comenzó a gimotear. Sus poderes Psíquicos se liberaron de golpe, Nidorino comenzó a flotar levemente en el aire y fue lanzado contra un árbol. Finalmente, el ataque confusión de Psyduck acabó con él.

Caí sobre mis rodillas contra el césped húmedo. Había perdido, Edu ni se había despeinado.

-Continuará...-

viernes, 9 de diciembre de 2011

Capítulo 2. Comienza el cambio. (Parte 4/5)

Como no soy un pokémon tipo Psíquico no podía tener certeza de los pensamientos de Edu. No le di mucha importancia, si de verdad le ocurría algo, ya nos lo comunicaría.

Yo andaba nervioso por la herida que se había hecho Onii-San, por lo que decidí que era una buena idea ir a hacerle una visita.


No recordaba dónde estaba la tienda del centro pokémon, por lo que anduve en círculos durante cinco minutos antes de verla. Mientras caminaba hacia dentro, un chico me adelantó a toda prisa, empujándome a un lado y casi derribándome. En sus brazos llevaba a un maltrecho Mankey.


Entró a la tienda gritando que necesitaba ayuda. Al instante apareció la enfermera seguida de sus dos acompañantes pokémon.


-¡Rápido, tiene que hacer algo con Mankey, no ha llegado a regresar a su pokéball y no se despierta!- Decía el chico tremendamente nervioso.

-Tranquilízate un poco muchacho. Dime, ¿qué ha ocurrido exactamente?- Dijo la enfermera intentando aparentar serenidad.


-¡Pues que... estaba luchando y... y ese Beldum no paraba de derribar a Mankey... y de pronto Mankey cayó al suelo... y no se ha vuelto a levantar... y además su respiración se ha vuelto irregular!- Estaba a punto de llorar por lo ocurrido.

-No te preocupes.- Dijo la enfermera con una sonrisa en la cara. -Mankey se pondrá bien en un par de horas, sólo necesita descanso- hizo un gesto a Blissey para que se lo llevara tras una cortina que estaba al fondo de la tienda -ahora márchate y déjame trabajar, ¿de acuerdo? Ven dentro de dos horas.


El chico se tranquilizó un poco por estas palabras y se fue de la tienda sonriendo. La enfermera por su parte estaba con la mirada perdida en la cortina, con un tono triste en sus ojos.


-No va a salir de esta, ¿verdad?

La enfermera se sorprendió de golpe, no se había fijado en que estaba en la tienda desde el principio.

-No, no va a salir.... Es decir, ese Mankey tiene varios huesos rotos, una costilla ha perforado un pulmón y tiene múltiples hemorragias internas.- Parecía bastante segura del diagnóstico a pesar de no contar con radiografías. -Ese Beldum ha ido directo a hacer el mayor daño posible en poco tiempo.


-¿A qué te refieres?

-El entrenador de Beldum no se anda con chiquitas. Mankey tan sólo presentaba dos impactos, y aún así está en las últimas. Parece ser que su entrenador conoce muy bien la anatomía de los pokémon y como puede ganar fácilmente.

-¿Y porqué no lo descalifican?- Pregunté.

-No es tan fácil, no ha cometido ninguna falta. Mankey no está muerto, sólo está muy dañado.


-Pero si tú has dicho...

-Sé lo que he dicho, pero una cosa es que Beldum lo haya matado y otra muy distinta es que vaya a morir en unos días por la heridas provocadas por Beldum. No ha infringido ninguna norma.


Estaba confuso, un entrenador había estado a punto de matar un pokémon, pero aún seguía en el torneo. Era muy peligroso para los entrenadores que se enfrentasen a él.


De pronto me acordé de alguien que estaba participando en ese torneo; Jorge. Tenía que ir a avisarle antes de que fuera muy tarde y avisarle de que tuviera cuidado del entrenador con un Beldum. Sólo tenía un problema; no tenía ni idea de como era ese entrenador. Ninguna pista.


-¿Para que has venido?- Me preguntó la enfermera.

-Venía a ver si mi Nidorino se había recuperado.

-Ehmmm, déjame ver...- Empezó a remover papeles en una libreta que estaba sobre una mesa a su lado. El traqueteó de papeles cesó mientras levantaba un folio. -¡Ajá! Aquí está. A ver a ver... Sí, tu Nidorino ya está recuperado del todo. Lo hemos metido en su pokéball para no ocupar tanto espacio. Ven conmigo, voy a devolvértelo.


Fuimos caminando hasta el fondo izquierdo de la tienda, dónde había una estantería enorme con un par de cajones abajo. La enfermera se puso a buscar mi pokéball con la mirada. Pasaba de un estante al siguiente con calma. Según bajaba los estantes tenía que ir agachándose para ver mejor, y según se iba agachando su bata se iba subiendo. Me fijé en ese detalle, hasta que la enfermera me llamó la atención.


-¡¿Qué se supone que haces? Deja de mirarme con esa cara de pervertido!


Lo único que pude hacer fue balbucear algo parecido a “lo siento”. Y tuve que salir corriendo de allí con la mirada de indignación de la enfermera clavada en mi nuca.


Salí de la tienda, ¡mierda! ¿Cómo se supone que voy a recuperar la pokéball?

Tendría que volver a entrar y soportar una bronca de la enfermera. Tragué saliva y entré en la tienda intentando aparentar serenidad. Media hora después salí de la tienda con la pokéball en la mano y un moratón en el brazo.


Me había dado una increíble charla sobre acoso sexual, de la que apenas me había enterado, pues el escote que tenía esa bata no me había dejado apartar la vista para mirar a sus ojos.


La enfermera se enfadaba cada vez más. No lo comprendo, si sabe que esto ocurre con la bata y no le gusta, ¿por qué no se pone unos pantalones? O al menos unas bragas que la tapen más.


Me acerqué al campo de batalla, todo el mundo miraba al cielo, asique los imité.

Allí en lo alto se encontraba un Murkrow volando en zigzag intentando esquivar un Beldum. ¿¡Un Beldum!? Eso significaba un peligro, y el Murkrow a su vez significa que era Jorge quien estaba en peligro.

-Continuará...-

viernes, 25 de noviembre de 2011

Capítulo 2. Comienza el cambio. (Parte 3/5)

Carlos saltó al valla para dar consuelo a Vero, la abrazó, la ayudó a levantarse e hizo que saliera del campo de batalla.
-Me han eliminado en la primera ronda. Y encima ha sido esa tía insoportable.- No paraba de decir, aún con la mirada perdida.

Me quedé mirándola sin saber qué decir, nunca sé qué decir en estos casos...

Por suerte para todos, a Carlos no se le dan mal estas cosas:
-¡Anímate mujer! No todo está perdido.- Dijo tajántemente mientras sonreía. -Puede que no hayas ganado, pero aún así has combatido muy bien. Además, ahora puedes ponerte a estudiar arte, que es lo que siempre has querido.

Vero dirigió la mirada hacia Carlos que, pese a haber perdido el torneo, no se dejaba vencer por las dificultades.
-Siempre hay que tener un plan B por si el original fracasa, y nunca hay que darse por vencido ni deprimirse porque algo salga mal.- La voz de Carlos era reconfortante y poco a poco se veía a Vero algo más animada. -Por eso, ¡nunca debes parar de esforzarte!

Vero se dirigió hacia Carlos y le dio un fuerte abrazo, se acercó a su oído y le dirigió unas breves palabras, supongo que un agradecimiento.
No podía evitar pensar en que lo que en un principio había sido un viaje de tres amigos, iba a finalizar con mi viaje en solitario...

Yo comenzaría una aventura desafiando a los líderes de gimnasio de todo el mundo, mientras que Vero estudiaría arte y Carlos se dedicaría a la investigación de los hábitats marinos.
De ponto, me sacaron de mi distracción con un golpecito en el hombro. Al girarme vi a Edu sudando.

-¿Qué te ocurre? ¿Te encuentras bien?- Pegunté.
-Perfectamente, ¿no has visto la paliza que le he dado a ese tipo?
-¿Paliza? ¿Acaso has combatido ya?
-Pues sí, que pasa, ¿Os lo habéis perdido?
-¿Eh? Ehmmm, esto.... ¡No! Solo te tomaba el pelo, ehehe.- Era una trola muy mala y no estoy hecho para mentir. Presentía un enfado por parte de Edu.
-¡Ah! ¡Que bueno! Casi me lo creo, jajaja. Si no has visto el combate no pasa nada, pero no me mientas, y menos si no sabes mentir.

Y mientras reía se dispuso a contarnos cómo había logrado dar una remontada ante un combate que ya tenía perdido. Edu se emocionaba mucho contando las batallitas, “y entonces va mi Mareep y se protege con rizo algodón por lo pelos” decía mientras seguía riendo.

Nos fuimos todos a la sombra que ofrecía nuestra encina mientras esperábamos que terminara la primera ronda. Entre risas y conversaciones carentes de interés público, empezamos a oír el griterío que nos hacía ver que la segunda ronda estaba a punto de comenzar. Edu se levantó emocionado de un salto y empezó a tocar las palmas instando a que nos levantásemos. El único que hizo el esfuerzo fue Jorge.

-Tu torneo está en una hora muy mala, ahora lo que apetece es echarse la siesta.- Vero había hablado por todos nosotros.
Mientras Edu se marchaba algo indignado acompañado por Jorge, nosotros empezamos a trabajar en lo que debieran ser nuestras almohadas.

Carlos comenzó a amontonar hojas caídas de la encina, y cuando hubo terminado, Vero le robó el trabajo tumbándose sobre ellas, por lo que tuvo que volver a juntar más hojas.

Yo simplemente coloqué mi mochila bajo mi cabeza y me abracé a Diana, que usaría mi brazo como almohada. Comencé a acariciar el pelo de Diana para que se durmiera y cerré los ojos.
Desperté de golpe de una incómoda pesadilla, había soñado que los pokémon no existían, y en lugar de ellos, la Tierra estaba llena de otras criaturas inferiores, que no evolucionaban ni poseían habilidades especiales, se parecían a los pokémon, pero no tenían nada que ver. En mi sueño las llamábamos “animales”.

Tras esta pausa en la que recordaba con temor mi pesadilla, miré a mi alrededor.... La única persona que quedaba aún conmigo era Diana. Tras contarla el sueño que había tenido y escuchar cómo me llamaba loco, nos fuimos a ver los combates, dónde supusimos que estaba el resto de nuestra tropa.

Encontrar a nuestros amigos no fue difícil, pues Vero gritaba sobre el resto de gente “¡Vamos Edu! ¡Como te dejes vencer por esa puta te juro que te meto las pokéball por el culo!” Mientras Carlos la replicaba por su lenguaje; “Joder Vero, contrólate de una puta vez, hostia”.
-Vaya dos- pensé para mí.

Edu competía en la final del torneo contra Isabel, un enfrentamiento entre Elekid y Roggenrola.
Cuando llegué, Edu se encontraba en apuros, Elekid parecía débil y lo único que podía hacer era ocultarse de las pedradas de Roggenrola tras los árboles.

Cansado de huir, Edu ordenó a Elekid paralizar a Roggenrola usando onda trueno. Tras el impacto, la velocidad de Roggenrola bajó drásticamente, cosa que Edu aprovechó para impactar con puño trueno una y otra vez, hasta que Isabel hubo perdido.

De este modo Edu se convertía en el segundo ganador del torneo.

Subió a la tarima dónde le esperaba el profesor Madrazo. Repitió el mismo procedimiento que conmigo y acabó otorgando a Edu una pokédex y la pokéball de Elekid.

Edu bajó totalmente emocionado con una sonrisa de oreja a oreja. Saqué la pokédex de mi bolsillo con un elegante movimiento y, tras recogerla del suelo apunté a Elekid:

-Elekid, el pokémon "Pila". Tipo Eléctrico. A pesar de ser un pokémon bebé, Elekid es muy poderoso. Se alimenta de bayas, aunque en ocasiones se le ha visto absorbiendo la energía eléctrica de las centrales donde suelen agruparse, no se tiene la certeza de que la use como alimento. Una vez cargado de electricidad, Elekid girará los brazos para concentrarla en sus antenas y lanzarla en forma de un ataque eléctrico. Antes de evolucionar, Elekid necesita cargarse de mucha electricidad, y cuando está listo para evolucionar, la libera toda de golpe, de forma que causa un apagón. Una fina capa de electricidad estática recubre su cuerpo y paraliza al mínimo contacto.

Mientras todos felicitábamos a Edu, una extraña figura se acercó a nuestro grupo. Era Pablo con una, habitual, cara de pocos amigos. Se puso frente a Edu y, tras dirigirlo unas secas palabras de felicitación y amenaza, todo a la vez, se marchó por donde había venido.

Todos miramos a Edu, que tenía una expresión de nostalgia unida a tristeza en sus ojos. Miraba al frente, absorto en sus pensamientos. Probablemente recordando viejos tiempos, tiempos mejores.

-Continuará...-

viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo 1. Comienza el torneo (parte 5/5)

-Un combate triple,- pensé -nos ponen a prueba desde el primer minuto.

Liberé de mis pokéball a los tres pokémon, destacando Croagunk como líder del grupo en una posición más adelantada y central. Mientras mis tres pokémon se miraban y conocían, Aurora sacó a los suyos. Una entrenadora de tipo planta tenía la ventaja del campo, pero la desventaja del tipo.

Sewaddle se ocultó entre las copas de los árboles, Pansage saltaba de árbol en árbol y Snivy correteaba ágilmente por entre la hierba.

Los árboles eran mi principal problema contra Aurora, por lo que ordené a Croagunk derribarlos usando desquite mientras que Trubbish intentaba acertar con polución al Sewaddle oculto entre las copas.

Pansage se movía de árbol en árbol mientras iban cayendo por la brusquedad de Croagunk, hasta que finalmente bajó al suelo a encarársele. Trubbish seguía lanzando bolas de lodo cuando de pronto un ciclón hojas le elevó y le hizo caer segundos después con cientos de cortes por doquier.

Snivy se escondió tras un árbol después de este ataque y Sewaddle, ahora que no tenía a Trubbish incordiándole pudo salir de su escondrijo y usar disparo demora contra Croagunk, dejándolo atrapado. Mientras Trubbish yacía inconsciente en el suelo y Croagunk trataba de liberarse inútilmente, Nidoran usó placaje contra Pansage, que se disponía a atacar al indefenso Croagunk.

Rápidamente Sewaddle y Snivy se pusieron a los lados de Pansage y se encararon todos contra Nidoran. Snivy lanzó sus cepas contra Nidoran, pero las esquivó de un salto y cayó sobre Sewaddle. Nidoran aprovechó para usar doble patada. Mientras tanto, Trubbish recuperaba la consciencia y se acercaba hacia donde se estaba disputando la pelea.

Pansage, ajeno a este hecho dio un salto hacia atrás esquivando a Nidoran, con la mala suerte de caer en los brazos de Trubbish, que lo sujetaron permitiendo a Nidoran impactar con toda su fuerza usando picotazo venenoso. Pansage cayó al suelo envenenado y antes de que pudiese hacer nada regresó a su pokéball. Mientras me estaba cebando con Pansage no estaba atento de Croagunk, situación que Snivy aprovechó para atacar y debilitarlo.

Ya sólo nos quedaban dos pokémon a cada uno. Snivy ató con sus cepas a Trubbish mientras Sewaddle hizo lo mismo con Nidoran. Sewaddle se acercó a Nidoran y usó picadura. Nidoran chilló de dolor mientras Sewaddle la mordía la cabeza, entonces Trubbish placó a Sewaddle, que al parecer había escapado de Snivy usando polución. Nidoran se liberó de la red con la que estaba atrapada y placó a Sewaddle estampándole contra un árbol.

Sewaddle volvió a su pokéball y el árbitro pitó el final del combate a mi favor.

Con satisfacción me giré hacia el público y sonreí, ¡estaba en la semifinal!
Volví con mis amigos que me sumergieron en un abrazo grupal del que no podía escapar. Cuando por fin me dejaron respirar, todos nos reímos. Estaba un paso más cerca de conseguir mi primer pokémon.

Estaba algo cansado, asique deseé suerte a Carlos aunque no se fuera a enfrentar aún y me dirigí debajo de la encina a descansar. Miré mi reloj, ya eran las 13:03. Se me había pasado el tiempo volando. Dentro de poco tendríamos que hacer una pausa para comer.
Mientras estaba tan a gusto en la sombra, apareció una persona. Su presencia me hizo abrir los ojos. “¡Diana!” Grité exaltado. “¿Qué haces aquí?”

-Menuda pregunta, te dije que vendría a verte combatir. ¿O es que lo has vuelto a olvidar?
-¿Eh? No, no. Claro no que no lo he olvidado, es solo que como no te había visto entre el público, ya pensé que no nos veríamos.
-¿¡Pero cómo no voy a venir!? Hoy es un día muy importante, hoy conseguirás tu primer pokémon.- Decía Diana sonriéndome -Además, el profesor Madrazo me ha pedido que viniera.

-Ah, ¿sí? Y ¿para qué quería que vinieras?- Pregunté nerviosamente.
-Pues no lo sé. Dice que lo sabré al acabar el torneo.- Hizo una pausa mientras rebuscaba algo en su bolso. -Por cierto, tengo algo para ti si ganas el torneo, pero antes, quería regalarte esto.- Dijo mientras extendía sus manos con un brazalete entre ellas.
-Hmm... ¿Esto qué es exactamente?- Dije con el extraño brazalete en la mano.
-Eso es un brazalete con seis enganches para pokéball. Así siempre podrás llevar a mano tus pokémon más importantes.

-¡Que chulo! Eso es más práctico que llevarlas tiradas en la mochila.- Dije mientras me ponía el brazalete en la mano derecha.
Seguidamente procedí a enganchar las tres pokéball de las que disponía al brazalete cuando de pronto Nidoran fue liberada de su habitáculo.

-¡Que monada!- Gritó de golpe. -¿Es a este a quién vas a escoger?
-Sí. De entre todos, es la mejor opción. Espero convertirla en un poderoso Nidoqueen cuanto antes.
-Pues lo tienes chungo.- Dijo mientras se reía.
-¿Qué? ¿Por qué?- Pregunté, pero la única respuesta que obtuve por su parte fueron risas.

Juntos, nos acercamos al campo de batalla en el que sólo nos dio tiempo a ver cómo Carlos hacía regresar a su pokéball un pokémon cuya silueta no pude distinguir, seguidamente de un fuerte aplauso y el mismo Carlos alzando los brazos en señal de victoria.

Salió del terreno y entré yo. Cuando nos cruzamos le dí la mano y mis felicitaciones, él me deseó suerte.

Usad dos pokémon, pero pensad bien cuales usáis porque no están permitidos los cambios” dijo el comentarista. “Además, el pokémon que no uséis ahora será el pokémon que uséis en la final”.

Asique no sólo tengo que decidir a quién usar ahora, sino que tengo que pensar también en el siguiente combate. No tengo ni idea de a quién usar... Lo dejaré todo a la suerte.

Cogí dos pokéball al azar y las lancé al campo. De su interior salieron Croagunk y Trubbish. Los pokémon del enemigo Antonio eran Ryhorn y Geodude.

Rápidamente ordené a Trubbish lanzar sus bombas tóxicas para envenenar a los enemigos, mientras a Croagunk le ordenaba usar desquite en cuanto se acercara a ellos. Ryhorn ignoró las bombas que le estaba lanzando Trubbish y le embistió, pasándolo por encima y haciéndole volver a su pokéball.

Ryhorn seguía su trayectoria recta hacia Croagunk, que lo esquivó de un salto y cayó encima suyo, aprovechando para dar su mejor golpe en la cabeza de Ryhorn que volvió directamente a su pokéball. Ya solo quedaba Geodude, pero no se le veía en todo el campo. De pronto el suelo cedió a los pies de Croagunk, que cayó en un agujero excavado por Geodude.

Estando atrapado en el agujero, Geodude aprovechó para usar lanza rocas, ahora que no las podía esquivar, pero en lugar de eso, Croagunk las rompió y salió del agujero de un salto, se situó detrás de Geodude y le golpeó con desquite. Geodude se debilitó y el árbitro volvió a pitar a mi favor.

Estaba en la final, aún no me lo podía creer. Cuando estaba a punto de salir del ring, Diana se me abalanzó y me dio un beso desprevenido, seguidamente me abrazó y dijo que “sabía que lo lograría”.

De pronto me vi rodeado de un montón de personas felicitándome, pidiéndome consejo, etc.
Cuando conseguí salir de esa marea humana me topé con mis amigos, que me felicitaron por llegar a la final.

Mientras estábamos hablando, pude ver al fondo a Pablo, que me miraba con desprecio por haber llegado hasta el final.
Ahora tocaba apoyar a Carlos, que se iba a enfrentar a su último rival: Anne.

Cuando ya estaban los dos situados, liberaron a sus pokémon. Carlos sacó a Pidgey y Zigzagoon y Anne sacó a Throh y Sawk. Súbitamente se oyó un griterío por todo el estadio.

Carlos lo tenía algo difícil. “Si al menos hubiera usado su otro pokémon.” Coincidían en decir todos mis amigos. “¿Pero cual es su otro pokémon?” Me esforzaba en preguntar, pero siempre sin respuesta. Me limité a observar el combate en el que Anne ya estaba dominando.

Mientras Sawk se fortalecía con corpulencia, Throh estaba poniendo en apuros a Zigzagoon. Finalmente Zigzagoon cayó debilitado por su propio derribo. Ahora se enfrentaban dos luchadores contra Pidgey, Carlos lo tenía difícil, pero aún podía ganar.
Pidgey usó ataque ala contra Throh. Derrotando a Throh, ya solo faltaba Sawk, que seguía fortaleciéndose.

Pidgey usó ataque ala, pero al golpear contra Sawk, éste ni se inmutó. Anne ordenó a Sawk acabar el combate. Carlos gritó a Pidgey que volara alto para esquivar el puñetazo que se aproximaba a él. Pidgey esquivó por poco, pero Sawk era muy ágil y, en seguida trepó por un árbol y de un salto alcanzó la pequeña altura que había volado Pidgey.

Estando a la misma altura Sawk se dispuso a usar golpe karate y tirar de ese modo al pequeño Pidgey hacia el suelo, pero Pidgey se adelantó a Sawk y antes de que le golpeara creó un tornado batiendo sus alas, Sawk se elevó y no pudo golpear a Pidgey. El tornado cesó y Sawk cayó de espaldas contra el suelo, quedando inmóvil durante un breve lapso de tiempo. Tiempo que Pidgey aprovechó para lanzar su aire afilado y terminar con el combate.

Carlos quedó incrédulo de la remontada que acababa de lograr, pero cuando por fin reaccionó fue corriendo hacia la valla donde estábamos y se tiro de rodillas como si festejara una victoria de tenis.

Le tendí la mano, le ayudé a levantarse y le dije: “Enhorabuena, has combatido muy bien, ahora todo se decidirá entre nosotros”. Carlos sonriente se limitó a asentir.

Desalojaron a Carlos y Anne del campo de batalla, pues iba a ser modificado. Mientras tanto, en la gran pantalla se veía un video-resumen de los combates disputados entre Carlos y yo. Todos se pusieron de acuerdo en taparme los ojos durante los combates de Carlos para mantener el suspense hasta el final.

El nuevo campo ya estaba montado, era un campo de hierba, nada más. “Un escenario perfecto para Nidoran” pensé.
Nos tendimos la mano y cada uno se fue a su lugar correspondiente. El árbitro habló por última vez: “Esta es la final del primer torneo. Las reglas son sencillas, será un combate individual de un sólo pokémon. El que se debilite antes, pierde. ¡Que comience el combate!”

Nidoran salió de su pokéball más serio que nunca. Carlos sonrió y se dispuso a mostrar su as en la manga, arrojó su pokéball y de ella salió un Tauros. Por un momento me quedé embobado, ¡Nidoran no tiene ninguna oportunidad contra un Tauros!

Me puse a pensar cómo podía vencerlo, pero evidentemente, Carlos no me iba a dar tantas facilidades y lanzó un movimiento pisotón cuando aún estaba pensando. Nidoran quedó atrapada bajo la pezuña de Tauros, inmóvil. Sin poder hacer nada...

Tauros levantó la pezuña y antes de que Nidoran pudiera hacer nada, volvió a bajarla con la brusquedad que caracteriza a los Tauros. Nidoran estaba sufriendo bajo el peso de Tauros y no podía hacer nada por impedirlo.

Sólo un milagro podría hacer que Nidoran escapase y pudiera plantar cara a Tauros. Lo que no sabía yo en aquel entonces es que los milagros, a veces suceden....


-Fin del capítulo...-