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viernes, 27 de enero de 2012

Capítulo 2. Comienza el cambio. (Parte 5/5)

-¡Vamos Murkrow, desciende e intenta que el Beldum choque contra las rocas!- Gritaba Jorge en un desesperado intento por zafarse del peligro.

Miré hacia el contrincante de Jorge. Vi su cara. Yo conocía a ese chico. Me había dado mala espina desde el principio, pero nunca hubiera imaginado que llegaría a tales extremos. El chico mantenía una mirada serena y una expresión fría en el rostro. Mientras observaba como Beldum intentaba dar caza a Murkrow lo único que salía de sus labios era un “demasiado lento, no conseguirás escapar así”.

A mi lado, Edu estaba petrificado. No apartaba su vista de aquel muchacho. Con una expresión horrorizada dibujada en su cara. Edu también lo reconocía, y también sabía lo temible que podía ser ese chaval.

Finalmente, Beldum consiguió impactar en el cuerpo de Murkrow, que se dobló hacia atrás de forma peligrosa, eso podría haber supuesto una ruptura en la columna vertebral. Murkrow se desplomó y besó el suelo en su caída. Por suerte para Jorge, no había sido demasiado tarde, ya que Murkrow pudo volver a su pokéball, lo cual indicaba que no iba a morir irremediablemente.

Mientras Jorge miraba su última pokéball, a su contrincante se le dibujaba una sonrisa macabra en los labios. Disfrutaba venciendo a sus oponentes de la manera más cruel posible.

Jorge agarró la pokéball de Murkrow con decisión y mientras observaba a Houndour gritó: “¡vamos Houndour! ¡Tienes la ventaja del tipo!” Pero su adversario no se dejaba intimidar. Ordenó a Beldum derribar a Houndour una y otra vez, sin dejarle ni respirar.

Beldum obedeció al instante. Su primer golpe fue a parar al costado de Houndour, haciendo que éste cayera de lado. Una vez en el suelo Beldum golpeó en la parte baja de la mandíbula, saltándole algunos colmillos. Entonces Beldum se elevó usando el electromagnetismo de su cuerpo, se giró hasta que su cabeza apuntó a la de Houndour e inició el descenso cada vez más rápido.

De no ser por la rapidez de Jorge, el cráneo de Houndour hubiera sido aplastado contra el suelo de tierra, tiñéndolo de rojo. Su adversario hubiera sido descalificado y Jorge hubiera ganado un trauma al ver a su pokémon morir de una forma tan siniestra en su primer día de combates.

Pero Jorge fue lo suficientemente rápido como para devolver a Houndour a su pokéball y rendirse, antes de que fuera demasiado tarde.

En ese momento, el árbitro gritó por su micrófono el resultado: -¡Y el ganador de esta ronda, que pasa a la semifinal es.... Pablo!

Mientras Jorge se retiraba cabizbajo, Pablo hizo regresar a Beldum a su pokéball, los otros dos, a los que no alcancé a identificar, habían permanecido a su lado todo el combate sin participar. Lo que suponía que Pablo había derrotado a los tres pokémon de Jorge usando únicamente a Beldum.

Me acerqué furioso a Pablo.

-¿¡Pero tú eres tonto o qué cojones te pasa!?- Grité más enfadado que en toda mi vida.
-¿Y a ti que te pica? ¿Que tu novio no puede venir él solito a insultarme y tienes que ayudarle tú o qué?- Sonreía burlón.
-¿Y encima te haces el gracioso? Por poco matas a ese pobre pokémon, por no hablar de lo que le hiciste al Mankey.
-¡Oh, vamos! ¡No me jodas! Esa nenaza ha retirado a Houndour sin que sufriera a penas daños. Y respecto al Mankey.... Bueno, no controlé la fuerza.- Evadía mi mirada de asesino en serie. -¿Qué le voy a hacer yo si Beldum es un pokémon fuerte y Houndour no?
-¿Pero estás loco o qué? Joder, ¿podrías haberle pulverizado la cabeza y sigues de broma?- Tuve que controlarme para no abalanzarme sobre él y estrangularle.
-¡Callate de una puta vez, joder! ¡No tienes ni idea! ¡Lo tenía todo controlado para no matarlo! ¡Sólo debía golpearle en las patas una vez y así evitaría que se moviese!- Me dio un empujón que casi me tira y se marchó en dirección a ninguna parte.
-¡Gilipollas!- Fue lo único que me dio tiempo a gritarle.

Volví con el grupo y dirigí mi mirada hacia Jorge. Estaba a punto de echarse a llorar, pero lograba mantenerse firme a duras penas.
Aunque se había retirado sin ninguna opción de ganar, sabía que había hecho lo correcto.

-Vamos, tenemos que llevarlos a la enfermería.- Dijo Carlos mirando a otro lado, y desaparecieron entre el barullo de gente.
-Pablo puede llegar a ser duro, ¿eh?- Me dijo Edu con una sonrisa forzada. -En una ocasión, le arrancó un brazo a un ladrón usando a su mascota.
Miré con curiosidad a Edu.

-¿Cómo sabes todo eso?
-Es una larga historia, y no me apetece contarla.- Y se fue rumbo a lo desconocido.
Jodido Edu, se había marchado dejándome con la curiosidad.
Mientras se iba, escuché a los locutores algo nerviosos, anunciando un aviso de última hora.
-¡Atención! Los combates del grupo 3 se han visto reducidos drásticamente debido a los combates de Pablo. Todos los participantes han decidido abandonar el torneo, de forma que ahora el único participante es Pablo.
Una hoja llegó a manos del comentarista mientras nuestro grupo se miraba asustado.
-Me informan de que hay otro participante que no teme a Pablo. Así pues, procedemos a realizar la final del torneo. ¿Quién será el vencedor? ¿Pablo o Sergio?

Los dos combatientes entraron al campo de batalla y se dirigieron una mirada desafiante que me recordaba a una serie de dibujos de hace años en la que la gente decía: “nuestras miradas se han cruzado, ¡luchemos!” y no pude evitar reírme.

Miré a Sergio, de no ser porque en el torneo sólo pueden participar personas que cumplan la mayoría de edad ese año, hubiera dicho que Sergio tiene veintitantos años.
El combate empezó, Pablo envió a su carta estrella; Beldum, mientras que Sergio mostró un enorme Piloswine.

Me quedé boquiabierto, yo no era el único que había conseguido evolucionar a su pokémon, y además, Sergio lo había conseguido en menos combates que yo. Este tipo era un fuera de serie.

Pablo no se dejó amedrentar y ordenó a Beldum golpear en el costado de Piloswine. El impacto quedó muy reducido en daño debido a la gruesa capa de pelo y grasa que poseía su rival. Beldum no cejó en su intento por derribar al mastodonte y golpeó en una de las patas.

Piloswine levantó la pata agredida mientras gemía de dolor. Sergio se apresuró a pasar a la acción mientras ordenaba a Piloswine lanzar cristalitos de hielo a Beldum, con la esperanza de congelarlo y hacer que fuera más lento.

El hielo golpeó el ojo biónico de Beldum e hizo que se empañara y quedase ciego momentáneamente.
-¡Es nuestra oportunidad!- Gritó Sergio con todas sus fuerzas. -¡Aprisiónale contra el suelo con tus patas!

Piloswine obedeció de inmediato, se irguió sobre sus patas traseras y volvió a su posición habitual con Beldum bajo una de sus patas.

El duro cuerpo de Beldum resistió la embestida, pero quedó bastante maltrecho.
Pablo estaba nervioso, nunca antes había estado en semejantes apuros. Le cayó una gota de sudor por la frente. ¿¡Qué podía hacer?! Beldum solo conocía un ataque que consistía en embestir a su enemigo, estando bajo el peso de Piloswine no podía hacer nada.

La escena me recordaba a mi enfrentamiento con Carlos. Entonces recordé como había logrado salir victorioso de esa situación. ¡Mierda! Si Sergio no terminaba el combate rápido, cabía la posibilidad de que Beldum evolucionase, entonces Pablo tendría opción de ganar.

Sin embargo, Pablo no necesitó la evolución de Beldum para librarse de Piloswine.
El peso del gran mamífero había hecho que Beldum penetrase un poco en la tierra. Gran error. Beldum pudo maniobrar un poco, lo suficiente para orientar su “cabeza” hacia abajo, de forma que la garra le quedaba mirando hacia Piloswine.

El duro hierro de la garra de Beldum cortó la planta del pie, tiñéndolo todo de rojo en pocos segundos.
Piloswine se alzó gritando de dolor. Beldum salió del agujero en el que había quedado atrapado segundos antes, totalmente cubierto de sangre, en una visión aterradora.

Las gotas de sangre resbalaban por su cuerpo de acero y acababan cayendo al suelo.
Beldum se lanzó al ataque instado por el grito de Pablo y golpeó en uno de los colmillos de Piloswine, que se quebró y desprendió.

El marfil quedó tirado en el suelo, mientras Piloswine se tambaleaba a su lado.
Beldum dirigió su siguiente ataque al vientre de Piloswine, que tras recibir el impactó cayó inerte al suelo y, segundos más tarde, al interior de su p0kéball.

Pablo se erigía como vencedor del torneo 3, con su pokémon lleno de la sangre de su adversario y agrietado en la parte posterior, signo de la dura pelea contra aquel monstruo.
Madrazo, boquiabierto ante tamaña astucia, llamó al vencedor a la tarima.

Cuando Pablo hubo subido, Madrazo le felicitó, le dio la pokéball de Beldum y su nueva pokédex. Pablo, sin cambiar la mirada ni un ápice, cogió el micrófono, se lo acercó y dijo: “Sé que queréis conocer a quién os ha derrotado. Os voy a dar ese placer.” Acercó el micro a la pokédex y presionó un botón.

Por los altavoces empezó a sonar “Beldum, el pokémon “Bola Hierro”. Tipo Acero y Psíquico. Beldum habita en cuevas y es difícil de ver fuera de ellas. Su cuerpo emite ondas electromagnéticas con las que repele la gravedad y puede levitar. También puede usar estas ondas para comunicarse con los suyos. Su cuerpo está enteramente hecho de acero y es macizo, por lo que llega a pesar muchísimo a pesar de su tamaño. La reproducción de Beldum es asexual por bipartición. Cuando dos Beldum se encuentran y deciden asociarse, evolucionan formando un Metang, que conserva ambos cerebros, de forma que posee dos. Como no tiene sentimientos, su cuerpo puro le protege de bajar sus características de ataque, defensa o velocidad.”

-Ahora ya conocéis al que será el futuro pokémon estrella; OverLord.- Dijo sonriente.
-Para conseguir eso tendrás que trabajar muy duro.- Le dijo Madrazo algo molesto. -Bueno, ya tenemos a los tres vencedores del torneo de este año. Y como os dije, este año está lleno de sorpresas, la primera de todas es.... Por favor, que suban los tres vencedores.

Diana me dio un golpe en el hombro, debido a que estaba distraído y me avisó de que tenía que subir a la tarima.
Subí tras Edu. Cuando ya estábamos arriba, Madrazo prosiguió.
-Quiero que os enfrentéis, una batalla a tres bandas, quien gane, se llevará su segundo pokémon a casa.- Tras una pausa en la que nos quedamos mirando con curiosidad a Madrazo dijo. -¡Ahora, vamos!

Rápidamente las pokéball se elevaron en el aire y de su interior salieron los pokémon.
Todo fue muy caótico, Nidorino golpeando con su cuerno a todo el que se le acercaba, Elekid lanzando descargas eléctricas y Beldum flotando por doquier, golpeando de vez en cuando.

Todo iba bien hasta que un rayo de Elekid golpeó a Beldum mientras éste embestía a Onii-San. La electricidad pasó de Beldum a mi Nidorino y finalmente cayó debilitado. Sólo quedaban Elekid y Beldum, pero el cuerpo metálico de éste último hacía ineficaces las descargas de Elekid, hasta que, inevitablemente, Elekid cayó debilitado.

En ese momento, Beldum se partió por la mitad. Cada pedazo de Beldum empezó a crear un Beldum completo. Finalmente, aquel trozo de acero se había convertido en dos, pero esto no duró mucho.

Los dos Beldum se arrejuntaron, fundiendo un poco de ambos cuerpos crearon una especie de casco, ambos entraron en él y comenzó a brillar el conjunto. Cuando cesó el brillo, el casco poseía los ojos biónicos de ambos Beldum y sus garras. Era un Metang. Saqué mi pokédex y apunté al nuevo descubrimiento.

-Metang, el pokémon "Garra Hierro". Tipo Acero y Psíquico. Metang es la forma evolucionada de Beldum. Esta evolución se produce cuando dos Beldum se unen formando a su vez una cubierta de hierro rodeando sus cabezas. Metang posee dos cerebros, uno por cada Beldum, y el antiguo cuerpo de los Beldum son ahora sus manos, que poseen unas garras de hierro capaces de romper cualquier roca. Viven en las zonas de las montañas, donde se alimentan de rocas y minerales de todo tipo. Se pasa el día levitando, excepto cuando duerme. Al igual que su pre evolución, su cuerpo puro impide verse mermadas sus características.

Pablo había ganado, su pokémon había evolucionado y ahora cogía la pokéball de su siguiente elección; Aron.
Lo liberó de su pokéball, lo nombró IronStone y comenzó a sonar sus datos.

-Aron, el pokémon "Coraza Férrea". Tipo Acero y Roca. Aron es conocido por la dureza de su coraza, que es de acero, la dureza de esta coraza dependerá de la alimentación que Aron siga, que suele ser del hierro que extrae de las montañas. En ocasiones escasean los recursos y los Aron bajan las laderas impulsados por su instinto, buscando más hierro para poder alimentarse. Su fuerza es tal, que puede derribar vehículos para luego comérselos. Sus plagas pueden ser muy peligrosas, por eso en las zonas circundantes a sus hábitats, los habitantes suelen dejarles comida de sobra para que no lleguen a acercarse a la ciudad. Su robustez le permite aguantar los golpes de una manera muy eficaz, y combinado con su cabeza roca es capaz de atacar sin hacerse daño él mismo.
-¡Muy bien! Excelente victoria Pablo.- Dijo Madrazo con satisfacción en sus palabras. -Pero no creáis que esta era la única sorpresa, aún queda la más importante, y la que más va a gustar al público.- El público se alborotó. Cuando cesó el jaleo, el profesor siguió con su frase. -Este año no vamos a tener tres vencedores, al menos en total. ¡Vamos a tener tres vencedores por cada torneo!
Aplausos, silbidos y griteríos llenaban la sala. La gente estaba emocionada ante esta segunda oportunidad que acababa de aparecer frente a sus narices. Yo no pude esconder una sonrisa de satisfacción. Quizá no me fuese sólo de viaje al final.
-Primeramente, el segundo vencedor de cada torneo ya está decidido. Sólo seis personas han llegado a la final, tres de ellas ya están aquí arriba, las otras tres tienen que subir ahora.
Los segundos vencedores eran los que se habían quedado a las puertas de ganar. Esto significaba que Carlos estaría conmigo. Subieron a la tarima Carlos, Isabel y Sergio. Estreché la mano de Carlos mientras le felicitaba. Estaba tan feliz que parecía a punto de llorar de la emoción.
Madrazo hizo entrega de los pokémon y las pokédex; Carlos arrebató de las manos del profesor su pokéball, no pudo evitar levantar la mano cerrada en torno a la pokéball mientras gritaba, era comprensible.
Todos liberaron sus pokémon; Sergio a su Piloswine, Isabel a Roggenrolla y Carlos a Tauros.
Nada más ser liberado el pokémon de Carlos, se encaró a mi Nidorino, se ve que aún le guardaba rencor, y yo quería evitar un enfrentamiento innecesario, asique disculpándome a Nidorino, lo guardé en su pokéball.
-Bien, bien. Ahora toca el turno de los últimos vencedores. Los administradores están distribuyendo pañuelos en función de vuestro torneo. Pañuelo verde para el primer torneo, rojo para el segundo y azul para el tercero. Ponédselo a vuestro pokémon y escuchadme. Esto va a ser una batalla. Lo único que debéis conseguir es ser los últimos con vuestro color en pie. Los que queden al final en pie, serán los ganadores. Sin embargo, para que esto cuente, debéis eliminar al menos a un pokémon de vuestros adversarios. ¡Comenzad!
Esta pelea fue más caótica que la mantenida entre Pablo, Edu y yo. A Madrazo le gustaba el caos y las batallas a gran escala. Tras diez minutos de fuego volando por aquí y allá, de rayos cayendo por todo el campo y de patadas y mordiscos, se decidieron los primeros vencedores, Anne, que lo había tenido fácil al haberse ido casi todos los miembros del primer torneo, y Vero, que no había parado de quemar a sus contrincantes. Sólo faltaba el recién curado Houndour de Jorge peleando contra un débil Gastly. En poco tiempo, Gastly cayó al suelo y Jorge, incrédulo, se proclamó como tercer ganador del tercer torneo.
-Fin del capítulo.-

viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo 1. Comienza el torneo (parte 5/5)

-Un combate triple,- pensé -nos ponen a prueba desde el primer minuto.

Liberé de mis pokéball a los tres pokémon, destacando Croagunk como líder del grupo en una posición más adelantada y central. Mientras mis tres pokémon se miraban y conocían, Aurora sacó a los suyos. Una entrenadora de tipo planta tenía la ventaja del campo, pero la desventaja del tipo.

Sewaddle se ocultó entre las copas de los árboles, Pansage saltaba de árbol en árbol y Snivy correteaba ágilmente por entre la hierba.

Los árboles eran mi principal problema contra Aurora, por lo que ordené a Croagunk derribarlos usando desquite mientras que Trubbish intentaba acertar con polución al Sewaddle oculto entre las copas.

Pansage se movía de árbol en árbol mientras iban cayendo por la brusquedad de Croagunk, hasta que finalmente bajó al suelo a encarársele. Trubbish seguía lanzando bolas de lodo cuando de pronto un ciclón hojas le elevó y le hizo caer segundos después con cientos de cortes por doquier.

Snivy se escondió tras un árbol después de este ataque y Sewaddle, ahora que no tenía a Trubbish incordiándole pudo salir de su escondrijo y usar disparo demora contra Croagunk, dejándolo atrapado. Mientras Trubbish yacía inconsciente en el suelo y Croagunk trataba de liberarse inútilmente, Nidoran usó placaje contra Pansage, que se disponía a atacar al indefenso Croagunk.

Rápidamente Sewaddle y Snivy se pusieron a los lados de Pansage y se encararon todos contra Nidoran. Snivy lanzó sus cepas contra Nidoran, pero las esquivó de un salto y cayó sobre Sewaddle. Nidoran aprovechó para usar doble patada. Mientras tanto, Trubbish recuperaba la consciencia y se acercaba hacia donde se estaba disputando la pelea.

Pansage, ajeno a este hecho dio un salto hacia atrás esquivando a Nidoran, con la mala suerte de caer en los brazos de Trubbish, que lo sujetaron permitiendo a Nidoran impactar con toda su fuerza usando picotazo venenoso. Pansage cayó al suelo envenenado y antes de que pudiese hacer nada regresó a su pokéball. Mientras me estaba cebando con Pansage no estaba atento de Croagunk, situación que Snivy aprovechó para atacar y debilitarlo.

Ya sólo nos quedaban dos pokémon a cada uno. Snivy ató con sus cepas a Trubbish mientras Sewaddle hizo lo mismo con Nidoran. Sewaddle se acercó a Nidoran y usó picadura. Nidoran chilló de dolor mientras Sewaddle la mordía la cabeza, entonces Trubbish placó a Sewaddle, que al parecer había escapado de Snivy usando polución. Nidoran se liberó de la red con la que estaba atrapada y placó a Sewaddle estampándole contra un árbol.

Sewaddle volvió a su pokéball y el árbitro pitó el final del combate a mi favor.

Con satisfacción me giré hacia el público y sonreí, ¡estaba en la semifinal!
Volví con mis amigos que me sumergieron en un abrazo grupal del que no podía escapar. Cuando por fin me dejaron respirar, todos nos reímos. Estaba un paso más cerca de conseguir mi primer pokémon.

Estaba algo cansado, asique deseé suerte a Carlos aunque no se fuera a enfrentar aún y me dirigí debajo de la encina a descansar. Miré mi reloj, ya eran las 13:03. Se me había pasado el tiempo volando. Dentro de poco tendríamos que hacer una pausa para comer.
Mientras estaba tan a gusto en la sombra, apareció una persona. Su presencia me hizo abrir los ojos. “¡Diana!” Grité exaltado. “¿Qué haces aquí?”

-Menuda pregunta, te dije que vendría a verte combatir. ¿O es que lo has vuelto a olvidar?
-¿Eh? No, no. Claro no que no lo he olvidado, es solo que como no te había visto entre el público, ya pensé que no nos veríamos.
-¿¡Pero cómo no voy a venir!? Hoy es un día muy importante, hoy conseguirás tu primer pokémon.- Decía Diana sonriéndome -Además, el profesor Madrazo me ha pedido que viniera.

-Ah, ¿sí? Y ¿para qué quería que vinieras?- Pregunté nerviosamente.
-Pues no lo sé. Dice que lo sabré al acabar el torneo.- Hizo una pausa mientras rebuscaba algo en su bolso. -Por cierto, tengo algo para ti si ganas el torneo, pero antes, quería regalarte esto.- Dijo mientras extendía sus manos con un brazalete entre ellas.
-Hmm... ¿Esto qué es exactamente?- Dije con el extraño brazalete en la mano.
-Eso es un brazalete con seis enganches para pokéball. Así siempre podrás llevar a mano tus pokémon más importantes.

-¡Que chulo! Eso es más práctico que llevarlas tiradas en la mochila.- Dije mientras me ponía el brazalete en la mano derecha.
Seguidamente procedí a enganchar las tres pokéball de las que disponía al brazalete cuando de pronto Nidoran fue liberada de su habitáculo.

-¡Que monada!- Gritó de golpe. -¿Es a este a quién vas a escoger?
-Sí. De entre todos, es la mejor opción. Espero convertirla en un poderoso Nidoqueen cuanto antes.
-Pues lo tienes chungo.- Dijo mientras se reía.
-¿Qué? ¿Por qué?- Pregunté, pero la única respuesta que obtuve por su parte fueron risas.

Juntos, nos acercamos al campo de batalla en el que sólo nos dio tiempo a ver cómo Carlos hacía regresar a su pokéball un pokémon cuya silueta no pude distinguir, seguidamente de un fuerte aplauso y el mismo Carlos alzando los brazos en señal de victoria.

Salió del terreno y entré yo. Cuando nos cruzamos le dí la mano y mis felicitaciones, él me deseó suerte.

Usad dos pokémon, pero pensad bien cuales usáis porque no están permitidos los cambios” dijo el comentarista. “Además, el pokémon que no uséis ahora será el pokémon que uséis en la final”.

Asique no sólo tengo que decidir a quién usar ahora, sino que tengo que pensar también en el siguiente combate. No tengo ni idea de a quién usar... Lo dejaré todo a la suerte.

Cogí dos pokéball al azar y las lancé al campo. De su interior salieron Croagunk y Trubbish. Los pokémon del enemigo Antonio eran Ryhorn y Geodude.

Rápidamente ordené a Trubbish lanzar sus bombas tóxicas para envenenar a los enemigos, mientras a Croagunk le ordenaba usar desquite en cuanto se acercara a ellos. Ryhorn ignoró las bombas que le estaba lanzando Trubbish y le embistió, pasándolo por encima y haciéndole volver a su pokéball.

Ryhorn seguía su trayectoria recta hacia Croagunk, que lo esquivó de un salto y cayó encima suyo, aprovechando para dar su mejor golpe en la cabeza de Ryhorn que volvió directamente a su pokéball. Ya solo quedaba Geodude, pero no se le veía en todo el campo. De pronto el suelo cedió a los pies de Croagunk, que cayó en un agujero excavado por Geodude.

Estando atrapado en el agujero, Geodude aprovechó para usar lanza rocas, ahora que no las podía esquivar, pero en lugar de eso, Croagunk las rompió y salió del agujero de un salto, se situó detrás de Geodude y le golpeó con desquite. Geodude se debilitó y el árbitro volvió a pitar a mi favor.

Estaba en la final, aún no me lo podía creer. Cuando estaba a punto de salir del ring, Diana se me abalanzó y me dio un beso desprevenido, seguidamente me abrazó y dijo que “sabía que lo lograría”.

De pronto me vi rodeado de un montón de personas felicitándome, pidiéndome consejo, etc.
Cuando conseguí salir de esa marea humana me topé con mis amigos, que me felicitaron por llegar a la final.

Mientras estábamos hablando, pude ver al fondo a Pablo, que me miraba con desprecio por haber llegado hasta el final.
Ahora tocaba apoyar a Carlos, que se iba a enfrentar a su último rival: Anne.

Cuando ya estaban los dos situados, liberaron a sus pokémon. Carlos sacó a Pidgey y Zigzagoon y Anne sacó a Throh y Sawk. Súbitamente se oyó un griterío por todo el estadio.

Carlos lo tenía algo difícil. “Si al menos hubiera usado su otro pokémon.” Coincidían en decir todos mis amigos. “¿Pero cual es su otro pokémon?” Me esforzaba en preguntar, pero siempre sin respuesta. Me limité a observar el combate en el que Anne ya estaba dominando.

Mientras Sawk se fortalecía con corpulencia, Throh estaba poniendo en apuros a Zigzagoon. Finalmente Zigzagoon cayó debilitado por su propio derribo. Ahora se enfrentaban dos luchadores contra Pidgey, Carlos lo tenía difícil, pero aún podía ganar.
Pidgey usó ataque ala contra Throh. Derrotando a Throh, ya solo faltaba Sawk, que seguía fortaleciéndose.

Pidgey usó ataque ala, pero al golpear contra Sawk, éste ni se inmutó. Anne ordenó a Sawk acabar el combate. Carlos gritó a Pidgey que volara alto para esquivar el puñetazo que se aproximaba a él. Pidgey esquivó por poco, pero Sawk era muy ágil y, en seguida trepó por un árbol y de un salto alcanzó la pequeña altura que había volado Pidgey.

Estando a la misma altura Sawk se dispuso a usar golpe karate y tirar de ese modo al pequeño Pidgey hacia el suelo, pero Pidgey se adelantó a Sawk y antes de que le golpeara creó un tornado batiendo sus alas, Sawk se elevó y no pudo golpear a Pidgey. El tornado cesó y Sawk cayó de espaldas contra el suelo, quedando inmóvil durante un breve lapso de tiempo. Tiempo que Pidgey aprovechó para lanzar su aire afilado y terminar con el combate.

Carlos quedó incrédulo de la remontada que acababa de lograr, pero cuando por fin reaccionó fue corriendo hacia la valla donde estábamos y se tiro de rodillas como si festejara una victoria de tenis.

Le tendí la mano, le ayudé a levantarse y le dije: “Enhorabuena, has combatido muy bien, ahora todo se decidirá entre nosotros”. Carlos sonriente se limitó a asentir.

Desalojaron a Carlos y Anne del campo de batalla, pues iba a ser modificado. Mientras tanto, en la gran pantalla se veía un video-resumen de los combates disputados entre Carlos y yo. Todos se pusieron de acuerdo en taparme los ojos durante los combates de Carlos para mantener el suspense hasta el final.

El nuevo campo ya estaba montado, era un campo de hierba, nada más. “Un escenario perfecto para Nidoran” pensé.
Nos tendimos la mano y cada uno se fue a su lugar correspondiente. El árbitro habló por última vez: “Esta es la final del primer torneo. Las reglas son sencillas, será un combate individual de un sólo pokémon. El que se debilite antes, pierde. ¡Que comience el combate!”

Nidoran salió de su pokéball más serio que nunca. Carlos sonrió y se dispuso a mostrar su as en la manga, arrojó su pokéball y de ella salió un Tauros. Por un momento me quedé embobado, ¡Nidoran no tiene ninguna oportunidad contra un Tauros!

Me puse a pensar cómo podía vencerlo, pero evidentemente, Carlos no me iba a dar tantas facilidades y lanzó un movimiento pisotón cuando aún estaba pensando. Nidoran quedó atrapada bajo la pezuña de Tauros, inmóvil. Sin poder hacer nada...

Tauros levantó la pezuña y antes de que Nidoran pudiera hacer nada, volvió a bajarla con la brusquedad que caracteriza a los Tauros. Nidoran estaba sufriendo bajo el peso de Tauros y no podía hacer nada por impedirlo.

Sólo un milagro podría hacer que Nidoran escapase y pudiera plantar cara a Tauros. Lo que no sabía yo en aquel entonces es que los milagros, a veces suceden....


-Fin del capítulo...-