jueves, 29 de septiembre de 2011

Capítulo 1. Comienza el torneo. (Parte 2/5)


Al igual que los autobuses, las habitaciones se separaban en hombres y mujeres, pero Carlos y yo estábamos en cuartos distintos. Me había tocado en la número 009 con un tal Eduardo, a Carlos le había tocado compartir el cuarto 033 con Jorge.
Vero, por su parte, seguía estando más sola que la una, siempre con desconocidos, “al menos tengo una habitación cerca de la de Carlos” dijo resoplando. Habitación 037, con una chica llamada Isabel.
Tras despedirnos debidamente, cada uno se fue a descansar a su cuarto.

-Que suerte tiene Carlos- pensé mientras me dirigía a mi habitación -él al menos tiene un compañero que ya conoce.


Me terminé de dirigir a mi dormitorio provisional y al abrir la puerta vi a mi nuevo compañero de piso. Era enorme. Me sacaba a lo mínimo una cabeza, y su espalda era como dos veces la mía. 


El cuartucho, por otro lado, era pequeño, tenía espacio para las dos camas y un pasillito central entre ambas, un cuarto más pequeño a un lado hacía de baño, -menos mal que no soy claustrofóbico- pensé.

Le dediqué un tímido saludo a mi compañero y lo que recibí fue un fuerte apretón de manos seguido de una larga presentación.

- ¡Hola, soy Eduardo! ¡Encantado de conocerte! Puedes llamarme Edu, a ver si podemos combatir juntos, tengo muchas ganas de pelear ya, vengo desde Madrid, un viaje horrible ¿y tú de donde vienes?¿A que categoria te has apuntado? Yo me he apuntado al tipo eléctrico - Hablaba tan rápido que no me daba tiempo a contestar.

-Yo también soy de Madrid, estoy en el tipo Veneno- contesté mirando hacia otro lado.


Edu rió escandalosamente.

-¿Y porqué te has apuntado a un tipo como ese?- Preguntó inquisitivo- No puedo comprender como alguien puede escoger el tipo veneno siendo tan débil, ¡Si ni tan sólo existen los pokémon legendarios de tipo veneno!- Seguía parloteando.


-Es un reto, si soy capaz de ganar con el tipo veneno podre ganar prácticamente con cualquiera - Dije, muy seguro de mí mismo.

-Sí, supongo. Bueno, yo me voy a dormir, que mañana es un día muy importante, a las 10 tenemos que estar ya levantados para prepararnos, que a las 12 empezaremos el torneo- Decía mientras bostezaba e intentaba mantener los ojos abiertos.

Asentí con la cabeza y me tumbé en la cama, hacía mucho calor, por lo que me tuve que quitar la camiseta para soportarlo. Miré mi tripa con la mirada perdida mientras pensaba...

Empezaba a sentirme inseguro. Toda mi vida había estado preparándome para esto, pero el torneo estaba tan cerca que el simple hecho de imaginarme perdiendo me quitaba el sueño. No sabía qué hacer en caso de no pasar la prueba. No había pensado esa opción, ¿y si perdía? ¿Y si no podía explorar el mundo con mis pokémon? ¿Y si no me permitían participar en los combates pokémon? ¿Y si...?


Las preguntas se agolpaban en mi cabeza mientras sentía que se me caía el mundo encima. No quería perder. No PODÍA perder.

Tenía que salir de ahí, dar una vuelta, que me diese el aire, despejarme. Silenciosamente abrí la puerta, salí de puntillas sin hacer ruido para no despertar a Edu y cerré con sumo cuidado. Decidí ir a la segunda planta y llamar a Vero y a Carlos, pero justo cuando llamé al ascensor me arrepentí, debía dejarlos dormir, mañana sería un día movido y lo necesitaban.

Cuando me daba la vuelta para salir a la calle, se abrieron las puertas del ascensor con tanto estruendo que creí que despertarían a todo el mundo por mi culpa. Sin embargo pronto se hizo el silencio de nuevo. Aliviado, salí a la calle a darme un paseo nocturno y quitarme de encima los pensamientos pesimistas que se me agolpaban en ese momento. La calle estaba a oscuras, tan solo iluminada débilmente por unas farolas mal colocadas con bombillas de poca calidad.

Estuve andando durante media hora, hasta que llegué a un muelle. Había cuatro barcos amarrados, uno de ellos con un mascarón de proa bastante curioso, se trataba de la cabeza de un Kingdra. Entonces, un súbito pensamiento atravesó mi mente. ¡Diana! ¡Hacía por lo menos dos meses que no sabía nada de ella y se suponía que iba a venir a verme al torneo! Ese pensamiento me hizo ver que no debía perder por nada del mundo, no podía dejar que Diana viese cómo perdía tan fácilmente.


Diana era mi novia desde hacía casi un año. Saqué mi cartera del bolsillo derecho de mi pantalón y miré la foto que me había dado hacía unos cuantos meses, me consoló pensar que estaría pensando en mi -aunque posiblemente lo que estuviera haciendo a las tantas de la madrugada fuese dormir.- “Que sepas que si tu oponente es un Horsea me pondré de parte suya.” Esa fue nuestra última conversación. La echaba de menos. A ella y a su loca obsesión por los Horseas.



Es muy amable y cariñosa conmigo, es atenta y detallista, todo lo que yo no soy. Se preocupa mucho por mí, quizá demasiado, pero es comprensible, siempre estoy metiéndome en líos.

Es un año mayor que yo, asique ella participó en el torneo el año pasado y resultó vencedora siendo su primer pokémon un Horsea.

A pesar de que hacía mucho que no nos veíamos, seguíamos hablando muy de vez en cuando ya que a veces su Altaria me hacía una visita cargado con una carta y una postal. Cuando volaba por el cielo se le confundía con nubes, y su tono de piel, azul como el cielo le hacía camuflarse más aún. Diana me contaba que estaba en Roma desafiando a la líder de gimnasio, en Hawaii haciendo un descansito, en Nueva Zelanda capturando pokémon, etc. Y tras pasar un día conmigo, le daba una nueva carta a Altaria, que se marchaba volando a donde-quiera que estuviese Diana. Eso es algo que sólo ella y el dragón sabían.

De pronto un chapoteo me liberó de mis pensamientos, miré hacia el mar, intentando penetrar la oscuridad con mi mirada, pero no tuve éxito en vislumbrar lo que sea que hizo ese sonido. Ya era tarde y mañana me iba a levantar temprano, asique caminé de vuelta al hotel. Por el camino seguía pensando en el torneo, pero esta vez, no pensaba perder.

-Continuará...- 

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