martes, 14 de octubre de 2014

Caroline.

Cuando el joven cogió en brazos por primera vez a la pequeña, lloró, pero lloró de alegría.
Aquél pequeño ser se acurrucó contra su pecho, sintiendo el calor y derritiendo su corazón de acero.
Cada vez que la veía junto a su hermana, sus preocupaciones se alejaban y era un poquito más feliz.
Era feliz.

Caroline era asustadiza pero inteligente. Aprendió rápido quien era su papá y aprendió rápido a hacerle sonreir.
Cuando jugaba entre las piernas del hombre, cuando se escondía en su pelo y cuando le agarraba el dedo.
Siempre recibía con besos a cualquiera. Siempre se asomaba a saludar a los que entraban.
Siempre estaba ahí, siendo maltratada por su hermana, más dominante, pero seguía mostrando cariño por todos.

Esa pequeña rata me hizo feliz hasta cuando todo a mi alrededor era oscuridad. Esa rata me dio más cariño que muchos humanos, y por ello quería a esa rata más que a nada.
Se fue pronto y ahora la echo de menos junto a su hermana. Se fue espero que a un lugar mejor.
Se fue, y no puedo hacer nada más que recordarla y escribir cosas aleatorias.

Pero no dejo de pensar en ti.
Hasta luego, Caroline, descansa en paz mi ángel blanco.

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