El líder de la manada.

Aún no estando, le noto junto a mí, cuidándome y guiándome a un mejor futuro.
Sé que él ha ayudado a que las cosas vayan mejor, me ha dado una pequeña segunda oportunidad para poder ser feliz.
Es mi ángel guardián.

Pero ahora vamos a recordar algunas de las cosas que hizo mientras estaba con vida, y vamos a recordarle así, juguetón y feliz, cabezón y luchador, y le recordaremos siempre con una sonrisa y seguiremos luchando como él nos enseñó, y él nos guía.

Primero unas palabras de parte de alguien a quien Lobi quería mucho.

"Hoy nos ha dejado un gran amigo. Lobi, el perrito más guapo que nunca conocí. Voy a echarte de menos, peludo.

 Lobi era un grande, era uno de esos perros que no dejaban indiferente a nadie, y eso que yo le conocí siendo ya mayor y estando muy tocado.

Quizá uno de los mejores recuerdos que tengo con él, es llegar y que me recibiera con esa alegría tan suya.

O su forma de coger los premios cuando le sacaba a la calle, con mucho cuidado para no engancharme los dedos.

O cuando le bañé por primera vez y perdió el 90% de su volumen. Fue entonces cuando me dejó cogerle en brazos, secarle el pelo y mimarle.

Recuerdo también cuando teníamos que cruzar la calle juntos, y le decía 'vamos Lobi, que a mí me dan miedo los coches' y con sus 18 años aceleraba el paso, y siempre llegábamos antes que Guti y Arantxa. Incluso cuando los ictus ya habían empezado. Entonces él me miraba y me di cuenta, al igual que cuando miraba a Jazz, igual que cuando miro a todos mis pequeños, que aquello era amistad sincera.

Quizá no pasé tanto tiempo con él como los demás, pero de alguna forma nos hicimos hueco el uno al otro.

Y le quería. Y voy a echar de menos su pelo enmarañado y los baños y las horas sentada en el suelo diciéndole cosas.

Voy a echar de menos que se hiciera el remolón yéndose a comer cuando le cortaba el pelo.

Pero sobre todo voy a echar de menos la fuerza que siempre me ha transmitido. Porque Lobi siempre luchó por permanecer aquí.

Hoy se encontrará en un lugar mejor, donde habitan Blacky y Jazz. Donde sólo nuestro recuerdo puede alcanzarlos.

Donde no hay más dolor y donde velarán por nosotros. Porque aunque ya no pueda tocaros, aunque ya no pueda veros estaréis siempre dentro de mí. Brillando fuerte y señalándome el camino.

Hoy va por Jazz, Blacky, Lobi, Godzilla, Stuffington y Albus, Amaura, Mefisto, Gabriel, Jesu, Lucifer, Rampholeon, Sal, Pimienta, Orégano, Tank, Absorbancia, Lamarck, Rutherford, Caroline, Grumito, Padme, Leia y Amidala.

Nunca  os olvidaré. Mami os quiere mucho"

La verdad es que no sé qué más puedo añadir a esto.
Recuerdo a Lobi siempre corriendo y siempre haciendo lo que quería.
Recuerdo una vez conduciendo en el pueblo, llendo a casa de mis abuelos por un camino mal pavimentado, estando ya dentro de la propiedad se asomó tanto a la ventanilla que acabó por caerse del coche en marcha, y comenzó a correr para llegar a la casa antes que nosotros.

Cada vez que le llevábamos al pueblo, al aparcar el coche y abrir él era el primero en subir corriendo las escaleras y quedarse esperando frente a la puerta correcta a que abriésemos para ir a su nueva casa.
Nunca olvidó cual era la puerta correcta.

Recuerdo cuando el Lobi se encaraba a mi padre cuando él levantaba un poco la voz, para protegernos a mis hermanos y a mí.
El muy cabrón le echaba un par de huevos y más de una vez se dio de hostias con mi padre.

Hubo un tiempo que no estuvo en casa, no recuerdo porqué. Estuvo viviendo en la tienda de un amigo de mi padre, haciéndole compañía y actuando de perro guardián.
No duró demasiado y volvió a casa pronto.

Cuando se atrincheraba en el porche delantero y teníamos que irnos había que dejarle abierto y ya saldría cuando le diera la gana, con un poco de suerte cuando nosotros volvíamos ya no estaba dentro y podíamos cerrar.

El cabrón esperaba a que abríesemos cualquier puerta para colarse.

Un día corrió detrás del coche cuando íbamos al colegio. Corrió hasta que llegamos a la primera rotonda. No fue mucho, pero fue por la carretera, con algún coche detrás de él.

Vivió su vida al límite mientras pudo. Y se fue por la puerta grande.
Ahora estará gruñéndole a Dios.